La atmósfera de crispación, frustraciones y luto que envuelve hoy a la sociedad cubana impone un tono gris a la primavera. La muerte y sus ayudantes producen una sombra muy densa. No se pueden ver a gusto los colores de las mariposas y los flamboyanes. Ni hay ánimo para comparar la intensidad del verde de la palma real con el de los atejes. Allá el color de las estaciones es un asunto de la vida porque la naturaleza tiene predilección por el verano. A veces, para variar, lo que hace es disponer de un huracán o mandar un inviernillo leve a ...
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