Los rayos del sol aún no asomaban en el horizonte, cuando Dainier, 10 años, estudiante de quinto grado en una escuela primaria al sureste de La Habana, con una pequeña mochila y dos pomos plásticos de agua congelada, acompañaba a sus padres a la Plaza de la Revolución, para participar en la marcha del pueblo combatiente y después ver el desfile militar por el 60 aniversario de la fundación de las fuerzas armadas. Sentados en un contén de la acera de la calle Paseo, desayunaron pan con tortilla que ya estaba tiesa y un vaso de refresco. Aunque las autoridades ...
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