Vivir en una sociedad donde reina el caos (pese a la excesiva vigilancia), impide determinar qué es lo bueno y lo malo, distinguir el mal mayor del menor. Por ello, es casi imposible prevenir las acciones sociales peligrosas para la comunidad. Cuando un grupo político determina cuáles conductas han de ser prohibidas de acuerdo a sus intereses hegemónicos, la escala de valores sociales se pierde y comienza a reinar la desorganización. En Cuba, por ejemplo, la sanción penal es más severa por sacrificar una vaca o un caballo, que por cometer un homicidio. Para ilustrar los extremos, el relato de un incidente ocurrido en mi ...
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