Llamémosle Panchón, un moreno macizo de 40 años que vive del juego de azar. Tiene un amplio expediente delictivo. La primera vez que visitó la cárcel fue por agredir a su padrastro con una navaja de barbero. La prisión ha sido su segunda casa. Estuvo sancionado cuatro años por sacrificio y hurto de ganado mayor. A dos por consumo de drogas y doce meses por violencia doméstica a la madre de su hijo.
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