La elección para Yolexis era simple: o estudiaba magisterio o debía estar dos años en el servicio militar. A sus 18 años, nada le desagradaba más que vestirse de verde olivo y marchar bajo un sol de plomo durante varias horas. Entonces decidió estudiar en un pedagógico al oeste de La Habana. “Ser educador en Cuba es la última carta de la baraja. Mis padres me cuentan que antes del triunfo de la revolución ser maestro era un orgullos para la sociedad. Ahora maestro y mierda es la misma cosa”, expresa Yolexis, que ante la carencia de maestros de enseñanza ...
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