Después de abrir el oxidado candado colocado en la entrada del destruido local, se desprendió el marco de la puerta y un ejército de ratas espantadas por la luz corrieron a refugiarse en cualquier escondrijo. Además, las vigas del techo estaban sueltas y los lamparones de humedad cubrían toda la pared lateral. Osmany, dueño del bodegón ubicado al oeste de La Habana, cuenta más detalles sobre su negocio.
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