En abril de 1959, cuatro meses después de la entrada de Fidel Castro en La Habana, el conservador periódico cubano Diario de la Marina publicaba este párrafo: «Ya de Batista estaban hasta la coronilla los más tenaces batistianos. El río de sangre, la inseguridad para la vida, la censura de prensa, el imperio del terror como norma de gobierno habían llegado a sensibilizar hasta a los más reacios al dolor ajeno. Cuba había apurado el límite de la resistencia física y de la resistencia moral». No lo firmaba un entusiasta castrista que entraba con alevosía en las páginas de la ...
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