Ocho meses no han sido suficientes para que la empresa estatal empleadora en el sector del turismo contrate a Yasmani, 23 años, un negro de casi seis pies que perfila su inglés en una academia privada de La Habana y ha gastado tiempo y dinero aprendiendo los secretos del golf en un club al sur de la ciudad. Hace casi un año, en una noche de copas y reguetón, Yasmani, graduado de turismo, conoció a un empresario británico que pretende hacer negocios en Cuba en el sector del ocio de alto estándar. “¿Conoces el golf?, me preguntó el hombre. Le ...
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