Un chapucero trozo de cartón pintado con crayola anuncia la venta de una casa descolorida en el barrio de La Víbora, a treinta minutos en automóvil al sur de La Habana. Amanda, su dueña, pobre a rabiar, si logra vender la casa por el equivalente a 40 mil dólares, pretende comprar dos pequeños apartamentos, uno para su hija y otro para su hijo. La casa necesita con urgencia una reparación de fondo. Pero la familia de Amanda no tiene el dinero necesario para emprender las obras. Frank, 36 años, su hijo, es custodio de una escuela secundaria y devenga un ...
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