El 15 de marzo de 1968, dos días después que el autócrata Fidel Castro confiscara definitivamente las últimas 55.636 microempresas que todavía funcionaban en Cuba, Eusebio, 85 años recién, recuerda que caminaba junto a su padre y dos ayudantes de carpintería al negocio familiar en la barriada habanera de Santos Suárez. “Dos cuadras antes de llegar a la carpintería, unos vecinos nos dijeron que la policía y los interventores habían armado tremendo aguaje. Como si fuera el negocio de un traficante de drogas, con una cizalla rompieron el candado, y cuando yo llegaba, ya estaban acomodando las herramientas de trabajo ...
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