Llamémosle Tomás, un moreno de casi seis pies reincidente en delitos de carterismo, robo con fuerza y asalto para quitarle la ropa o el dinero a cualquier transeúnte. En 2005, una brigada de búsqueda y captura de la policía fue a detenerlo en plena madrugada mientras dormía en casa de su madre, a donde había ido a esconderse aprovechando el paso de un huracán por La Habana. Los vecinos del barrio recuerdan el suceso como si fuera la escena de una película de Hollywood.
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