Recogidos los cascotes de mampostería y los árboles cercenados por el poderoso tornado que azotó varios municipios de La Habana el 27 de enero, cuando cae la noche, vecinos de Luyanó se turnan para hacer guardia de madrugada y proteger los materiales de construcción amontonados en la acera, comprados a mitad de precio en rastros estatales. Tres semanas después, todavía los moradores del antiguo barrio obrero cuentan sus historias de pánico. Ángel, cocinero, dice que tras la propaganda del gobierno resaltando su eficacia en atender a los damnificados, restablecer la luz eléctrica y los servicios telefónicos, «a los mayimbes se ...
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