Antes que la autocracia verde olivo diseñara reformas económicas, la ilegal oposición pacífica demandaba aperturas en pequeños negocios y en el sector agrario así como la derogación del absurdo apartheid en el ámbito turístico, informativo o tecnológico, que convertía al cubano en ciudadano de tercera categoría. No fueron el General Raúl Castro y su séquito de tecnócratas encabezados por el zar de las reformas económicas, Marino Murillo, los primeros en demandar cambios en la vida nacional. No. Cuando Fidel Castro gobernaba la nación cual si fuese un campamento militar, los actuales ‘reformistas’ ocupaban puestos más o menos relevantes dentro del ...
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