Una patrulla silenciosa de la policía empieza a requisar a los transeúntes que consideran sospechosos. Cuando la vieron, vendedores ilegales de tomates rápidamente escondieron la mercancía en la escalera de un edificio situado en la esquina de Acosta y Diez de Octubre, en la barriada habanera de La Víbora. Una anciana, vendedora habitual del periódico Granma y que en ese momento caminaba en dirección contraria al auto policial, en voz sigue anunciando la noticia del día: «Se mató Fidelito, el hijo del Comandante». Los que esperaban el P-3 en la parada de ómnibus comenzaron a disparar rumores.»Se ahorcó, me enteré ...
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