Los alertas propagandistas del totalitarismo cubano proponen, para el turismo extranjero y para sus cómplices y admiradores incondicionales, la imagen de una sociedad tranquila, pacífica, bondadosa y fraternal en la que la violencia brilla por su ausencia. Pero en realidad, en la vida de todos los días de San Antonio a Maisí, lo único que brilla y muestra la grave sombra de su esplendor es el control sobre los medios de prensa donde, a pesar de la preferencia oficial por ese color, está prohibida radicalmente la crónica roja. En efecto, no hay ningún espacio para las reseñas de los episodios ...
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