Una patrulla volcada en mitad de la calle, dos jóvenes negros encima. Parecen gritar algo que llevan susurrando toda la vida. La garganta convierte al individuo en ciudadano, es el lugar en que confluyen la idea y el cuerpo, el músculo sonoro. La palabra de la protesta explota en la garganta, no llega a la boca ni a la lengua y convierte a la eufonía en la principal categoría ideológica del discurso cívico.
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