Ningún poeta está más olvidado en Cuba que José Martí. Las nuevas generaciones no conocen sus poemas de amor, las aventuras de su vida privada, las angustias de sus exilios, abandonos y despedidas. No se publica su correspondencia, siempre cálida, certera y directa, ni se sabe de su trabajo como corresponsal y columnista. Cuando se toca uno de esos temas es de manera superficial, como para darle un breve toque humano a una figura convertida en el centro de la propaganda comunista. Los servidores de los medios oficiales y los pícaros que controlan la química del panfleto tienen el celo ...
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