La madrugada está fresca. Magda, 29 años, utiliza la aplicación WhatsApp para evadir la prohibición de hacer colas promulgada por las autoridades cubanas en tiempos de coronavirus. Son las dos de la mañana y ocho personas intentan espantar el sueño hablando naderías o haciendo chistes con sus mascarillas artesanales puestas.
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