No hay azúcar en Santiago de Cuba, ni arroz en La Habana, ni estabilidad en el menú hogareño de ningún barrio o municipio del país, pero las agresiones mayores a la sociedad cubana aparecen en imágenes diversas, complejas y, al parecer, ajenas y distantes. Se trata, por ejemplo, del cadáver de un hombre transportado por su esposa y otros familiares a lo largo de varias calles habaneras, las prohibiciones de viajar a centenares de personas, la persecución constante y violenta a opositores pacíficos, el encarcelamiento de cualquier hombre o mujer y, cómo no, la foto de un perro al que ...
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