Alguien me preguntó el otro día si yo era de aquí, de la Florida. Le dije que soy de Cuba y respondió: “Lo siento”. Admito que no sé si fue sarcasmo o que en realidad pedía disculpas sinceramente por haber preguntado tal cosa -muy típico de la cultura estadounidense. Sin embargo, la sonrisa que le devolví aprobaba su comentario, en caso de haber sido sarcástico.
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