Hasta que el miércoles 29 de abril, intensas lluvias cayeron sobre La Habana, desde que el sol se asomaba en el horizonte, Agustín, campesino privado que cosecha acelgas, lechugas y pepinos en un trozo de tierra agrietada en las afueras de la capital, miraba el cielo para ver si descubría nubes que anunciaran chubascos. “Por culpa de la escasez de agua tuve bajas cosechas. He tenido que desechar cientos de kilogramos de verduras por no tener tamaño ni coloración adecuados. No llovía desde hacía meses”, dice Agustín, ahora preocupado porque cayó demasiada agua sobre sus hortalizas. José Rubiera, meteorólogo nacional, ...
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