No creo que en Cuba, en este vano otoño de noviembre, ningún cubano pobre, como suelen serlo desde hace años, amanezca agobiado por el neoliberalismo, el avance de la globalización y los avatares del ciberespacio. No. El pensamiento abstracto, los asuntos del alma y el espíritu, los vericuetos de la política tienen un viejo asunto contencioso con el ayuno y la desesperanza, con las urgencias de la carne y las tribulaciones de la cotidianeidad. En Antilla o en Guanabacoa, el hombre de la calle, el padre de familia, el ciclauro cubano no tiene tiempo, ni ánimo ni talante para los ...
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