Cierra los ojos y se ve con un ramo de flores, el velo blanco de novia y un anillo de oro 18 quilates en el dedo índice de su mano derecha. Y más todavía. Roberto, 38, peluquero gay, quiere casarse a todo trapo, como una pareja heterosexual, con niños que sirvan de pajes y a la salida del Palacio de los Matrimonios de La Habana, les tiren arroz. Bajando la voz dice: «Mi sueño es casarme por la iglesia».
Y no sólo gays como Roberto pretenden que el matrimonio homosexual sea legalizado en Cuba. En la oscura avenida que corre paralela al malecón, cada noche, maricones de diversas categorías y edades se reúnen para charlar, ligar, tomar ron o echar a volar su imaginación. Allí se sienten en su salsa.
Desde hace un tiempo, el tramo comprendido entre el parque Maceo y el inicio de la calle 23, en La Rampa, se ha convertido en la peña gay más grande de La Habana nocturna. Los hay casi niños, como Arturo, 14 años, que dejó los estudios para vivir del sexo. O Raimundo, 61, quien se define a sí mismo como “un viejo maricón, infeliz y sufrido, que no pierde la esperanza de buscar pareja estable”.
El peluquero Roberto también acude. Fue justo una noche de agosto cuando conoció a su actual pareja. “Me siento muy a gusto en el malecón. Mi existencia dio un giro de 180 grados. De estar cazando pingas (penes) por la Calzada 10 de Octubre, a tener un sitio donde compartir y hablar de nuestras frustraciones y aspiraciones. Es algo muy reconfortante”.
Entre una docena de homosexuales consultados, todos coinciden que es de aplaudir las buenas maneras con que el gobierno los trata últimamente. Hasta los policías, aseveran, han dejado atrás los malos tratos y golpizas. Ven a Mariela Castro, hija del general y presidente Raúl Castro, como un ícono. “Ha hecho mucho por nosotras, las pájaras. Ahora tenemos un día del orgullo gay, el 17 de mayo”, dice Yasmany, 25 años, enfermero.
Ruslán, 21 años, peinado al pincho y una camiseta con letras doradas de Dolce&Gabbana, desea ser modelo de alta costura.»Acudimos a fiestas gays y todos los meses organizamos desfiles de moda en un teatro, sin injerencia policial. Notamos homofobia en su mirada, pero no nos reprimen. Donde nos miran como bichos raros es en una parte de la población, y a ratos nos insultan”.
Pero los doce gays entrevistados quieren más. Lo resumen en tres demandas, esenciales para ellos: permitir bodas legales y adopciones de niños; poder ocupar altos cargos de gerencia o dirección de empresas, y que se les permita tener su propio sindicato, asociación o partido.
Roberto no pide tanto. “No me veo yo, mariconazo de toda la vida, sentado en el parlamento discutiendo temas importantes ni con el carnet del partido comunista en mi bolso. Eso no va a ocurrir. Ni lo deseo. Si no permiten tener partidos a los disidentes, no creo que nos lo permitan a nosotros, aunque seamos más que los disidentes”.
Lo que quiere el peluquero es casarse con su novio ante un notario y por todo lo alto. Mejor si fuese en una iglesia. Lo otro, dice, es pedir demasiado.
Iván García
Foto: AP. Celebración del día contra la homofobia en La Habana, mayo de 2010.
Que discriminatoria y triste la manera en que Iván García nombra a las personas de esta nota: los maricones de diversas categorías, las pájaras, mariconazos…. sólo le faltó decir enfermos sidosos o lacra de la sociedad para completarla.