Las medidas de capitalismo sambumbia y líquido de freno que el castrismo impone sobre las ruinas de Cuba no pretende sólo ponerle un ropón nuevo a los escombros de la catástrofe económica del socialismo.
Trata también de que el mundo soslaye o minimice el trabajo de miles de cubanos por la libertad y olvide a los presos políticos.
Es una línea de acción montada por los propagandistas del partido y abierta con limitaciones hasta el punto que algunos figurines de los panfletos oficiales se permitan criticar a funcionarios de bajo rango, burócratas desganados y administradores de tiendas, mientras florecen las reseñas sobre las glorias de los timbiriches privados y acerca de la mínima colonia de nuevos ricos en moneda extranjera.
Hay un interés especial en dejar testimonios del mundillo cerrado que resplandece entre los solares, los edificios que se tambalean y la miseria material y moral de un país controlado por una dictadura. Para esas crónicas celebrativas siempre hay espacios.
Muchos espacios. Todo el que le falta al examen de la esencia de los problemas y a temas tan dramáticos como el de los ciudadanos perseguidos o encarcelados por sus ideas políticas.
Las estadísticas de la represión mensual en Cuba indican que las golpizas contra las Damas de Blanco y los opositores se intensifican en todo el territorio nacional, pero las detenciones -un promedio de 600- se reducen a unas pocas horas y no suelen tener reflejos en los medios alternativos porque son parte del escenario cotidiano y han perdido la categoría de noticia.
El asunto del grupo de poder es distraer la atención sobre el centenar de cubanos que están en prisión porque quieren vivir en una nación democrática y plural. El asunto de otros personajes que viven dentro o fuera de la isla es hacer como que se distraen o dejarse distraer.
Lo conveniente para el régimen es que se oculte el caso de la Dama de Blanco Sonia Garro Alfonso, presa en la cárcel habanera de Manto Negro, desde marzo de 2012, acusada de atentado, desorden público y asesinato en grado tentativa. La fiscalía le pide una condena de 10 años.
La señora Garro fue detenida en su casa en medio de un violento episodio con tropas antimotines que utilizaron balas de goma y la hirieron en una pierna. Junto a ella fueron arrestados y están bajo su mismo proceso judicial su esposo Ramón Alejandro Muñoz y el activista Eugenio Hernández Hernández. No les han celebrado juicio.
Berta Soler, representante de las Damas de Blanco en Cuba, acaba de decir que Sonia Garro está enferma, padece de una afección en los riñones, un cuadro diabético, infecciones en la piel y una artrosis degenerativa. Ella es una prueba para el mundo de que el gobierno cubano lleva arbitrariamente a hombres y mujeres a prisión por defender y promover los derechos humanos, agregó Soler.
Sonia Garro va a amanecer mañana otra vez en su celda.
Raúl Rivero
El Nuevo Herald, 7 de septiembre de 2014.