Desde La Habana

Sin un voto en contra

Cuando Castro dice que Cuba es el país más democrático del mundo, siempre me queda la duda si está hablando en serio o es humor negro. Puedo entender que un guerrillero de toda la vida, adversario feroz del modelo capitalista, no aprecie para nada el sistema de democracia representativa del mundo occidental.

Pero de ahí a montar una serie de instituciones mudas y obedientes al gobierno, donde los tres poderes del Estado los controla una persona y hacernos ver que esta es la verdadera y única democracia, me confirma que todos los autócratas tienen esa manía patológica de aparentar ser demócratas.

Un dictador debiera decir por lo claro que va a gobernar hasta su muerte, porque se considera un ser superior. O porque le sale de sus cojones.

Estoy harto de mentiras. La verdadera democracia quizás no exista. En las naciones donde funcionan leyes universalmente aceptadas y se respetan los derechos del hombre, acontecen deficiencias a granel, pero la gente grita lo que quiere en contra de su gobierno y nadie te mira con cara de perro.

También hay tribunales independientes y el parlamento es como una casa de locos, donde todos discrepan del paquete de medidas a lanzar por el presidente. Eso es lo que yo entiendo por una democracia.

En Cuba, cuando los Castro hablan nadie puede irles a la contraria. Públicamente, nunca se ha visto el caso de alguien que levante su mano para decirle al comandante único que está cavilando una sarta de disparates.

En la isla, todos se equivocan. Los infalibles son los Castro. Si las cosas en Cuba se han torcido no es por su mal gobierno.  No. El ‘culpable’ es la desidia de los trabajadores y el poco talento de determinados ministros.

El general Raúl Castro quiere que haya discrepancias. Pero cuando termina sus discursos y el presidente del opaco y monocorde parlamento cubano pide a los diputados si están de acuerdo con las palabras del líder, todos, absolutamente todos, levantan sus manos.

Creeré en la democracia socialista, tan preconizada por el régimen de La Habana, cuando vea votos en contra.

Iván García

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