En los últimos tiempos, sitios cubanos en el exterior han sacado a flote la producción y consumo en Cuba de claria o pez gato (catfish en inglés), voraz especie de agua dulce, de aspecto desagradable y que puede poner en peligro el medio ambiente si no se controla su cultivo en estanques.
El asunto ya fue noticia en 2006, a raíz del documental Revolución Azul, realizado por un estudiante mexicano de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en las afueras de La Habana.
Según Jesús Baisre, asesor de la industria pesquera, entre 1998 y 2000, a Cuba se trajeron dos tipos de clarias, la macrocephalus y la gariepinus, originarias de Asia y África. Las clarias fueron introducidas en el país para aumentar el consumo de proteínas de la población.
«Pero el remedio fue peor que la enfermedad, porque el pez gato se ha convertido en una poderosa amenaza para el ecosistema cubano», argumenta Nibaldo Calvo, licenciado en economía residente en México.
Antes de 1959, el principal pescado de agua dulce consumido por los cubanos era la biajaca. «En los 70 introdujeron la tilapia, que al principio a nadie le gustaba, por su sabor a tierra. Pero al no tener dónde escoger, no nos quedó más remedio que inventar recetas para que nuestras familias se la comieran», recuerda Lidia, 67 años, maestra jubilada.
Otros peces exóticos consumidos en la isla, además de la claria, son la tenca, lubina, corvina roja y carpa china. En abril de 2009, durante un taller realizado en Artechef, restaurant de la Asociación Culinaria de Cuba, en La Habana, fueron presentados numerosos platos elaborados con peces de agua dulce, entre ellos la claria.
Quien si no quiere oír hablar de «la claria ni de ninguno de esos pescaos raros» es José Miguel, abuelo de 81 años. «Es increíble que en una isla, rodeada de mar por todas partes, tengan que gastar dinero criando peces y no hayan sido capaces de suministrarnos los pescados que los cubanos toda la vida hemos comido, como el pargo, la cherna, el serrucho y la rabirrubia».
La prensa local publica sobre la producción y consumo de clarias, y algunos periodistas reconocen su peligrosidad, sobre todo cuando debido a lluvias intensas o huracanes, los embalses se han desbordado y escapado de los centros acuícolas.
Pero es entre los ecologistas, nacionales y foráneos, donde está servida la polémica.
El licenciado Calvo subraya que la expansión incontrolada de la claria en Cuba durante la última década, «está provocando serios estragos en la fauna y vegetación acuáticas, el equilibrio ecológico y la vida doméstica, porque arrasa con tilapias y ranas y puede introducirse en cuevas subterráneas, alcantarillados y tuberías caseras».
Y es que la claria o pez gato -también conocido por pez diablo- es capaz de deslizarse por tierra mediante fuertes sacudidas de la cola, en busca de alimentos fuera del agua. Al ser carnívoro, si anda suelto, se traga lo que encuentre a su paso: lagartijas, culebras, ratas y hasta aves, tortugas y cocodrilos pequeños.
En la población, de momento, no hay preocupaciones. Ni ecológicas ni alimentarias. «Que se sepa, nadie ha enfermado o muerto todavía por comer claria. Es un pescado prieto y feo, pero su carne es blanca y sabrosa. Cuando tengo aceite, empanizo y frío los filetes, o preparo croquetas, que a mis hijos les encantan», explica Roxana, 35, oficinista.
Un kilogramo de filetes de clarias cuesta alrededor de 39 pesos cubanos (1.50 dólares). «Es muy solicitado, se vende muy rápido. Me llegan 200 kilos y en dos días se acaban», declaró Dionis Cruz, vendededor de una pescadería en la capital.
Ana Rosa, 70 años, ama de casa, defiende al polémico pez: «Dicen que las clarias comen ratones, pero si hemos comido fricasé de gato, y los gatos también comen ratones, comer ahora filete de claria es un lujo».
Durante los años duros del período especial (1990-2000), muchos cubanos sustituyeron los conejos por gatos, que una vez desollados no se diferencian. Si entonces en los baños de las casas se criaron cerdos, del zoológico desaparecieron animales y auras tiñosas habrían ido a parar a cazuelas hogareñas, comer claria es hoy lo más normal del mundo. Al menos para los cubanos.
Iván García
Foto: Filetes empanizados de claria.