Hacer periodismo en Cuba fuera del control estatal tiene sus peligros. Nunca al extremo de que se te aparezca un sicario a la puerta de tu casa en una moto y te dispare a bocajarro un peine completo de una pistola calibre 45, como sucede en México o Colombia.
Tampoco te ponen una capucha negra y luego abandonan tu cuerpo mutilado en un basural, como sucedió en la década de los 80 en Honduras, El Salvador o Guatemala. No. Por ser periodista independiente o crítico y poner en tela de juicio la manera que administran su país el dueto de los hermanos Castro, lo que sí te puede ocurrir, es que te caigan hasta 20 años tras las rejas, si el gobierno así lo determina.
Los Castro prometen muchos años de cárcel a quienes informamos por nuestra cuenta. Pero hasta la fecha, no se ha documentado de que algún matón estatal le haya quitado la vida a un reportero, oficial o independiente.
Por ser periodista libre en la isla, las autoridades te pueden orquestar un “acto de repudio”, un linchamiento verbal, donde gente del pueblo, azuzados por la policía política, te insultan y gritan con la venas del cuello a punto de reventar.
También puede ocurrir que un tipo desconocido, un supuesto «delincuente», te golpée por sorpresa en la oscuridad de la noche. O que el teléfono de tu casa suene incesantemente a las 3 de la madrugada y al tomarlo, una voz falseada te diga un montón de improperios. Eso sí.
Cuando uno se decide a escribir sin mandato, pierdes el trabajo y la Seguridad del Estado se abroga el derecho de amenazarte y citarte cada vez que le venga en gana para una “charla amistosa”.
El fenómeno del periodismo independiente cubano nació en la década de los 90. Entre sus fundadores se encuentran Rolando Cartaya, Indamiro Restano, Rafael Solano, José Rivero, Julio San Francisco, Raúl Rivero, Iria González Rodiles, Ana Luisa López Baeza, Juan Antonio Sánchez, Germán Castro,Tania Quintero, Bernardo Arévalo Padrón, Jorge Olivera, Olance Nogueras, Joaquín Torres, Héctor Peraza y Manuel Vázquez Portal.
El 18 de marzo de 2003, Fidel Castro estaba decidido a asestarle un duro golpe al periodismo al margen del Estado. Ese día, fuerzas de la policía política detuvieron en las primeras horas de la mañana a 75 opositores y periodistas. En la primavera negra, a la cárcel fueron a parar 25 comunicadores, cuyo único delito era informar sin el permiso del gobierno.
Corresponsales como Raúl Rivero, uno de los pesos pesados del periodismo cubano y director de la agencia independiente Cuba Press, fue sancionado a 20 años de prisión. Gracias a la gestión del gobierno español, hoy es un hombre libre que escribe dos columnas semanales para la edición española del diario El Mundo.
Ahora mismo, en las infernales cárceles cubanas permanecen 27 periodistas. Uno de ellos es Ricardo González Alfonso, corresponsal de Reporteros sin Fronteras y quien no ha dejado de escribir en presidio. En España le han publicado dos libros: Historia sangrada, de poemas, y Hombres sin rostro, de relato. O Pablo Pacheco, cuyos testimonios escritos y orales desde la prisión de Canaleta se pueden leer en el blog Voz tras las rejas.
Pero desde 1999 en el aire de la República, sigue flotando la amenazante Ley 88 o ley mordaza, que le da manos libres al régimen a la hora de enviarte a la penitenciaría. No hay texto de un periodista libre cubano que no se redacte sin una dosis de miedo y paranoia. Es normal. Porque nunca sabe si esa noche dormirá en su cama o en la litera de un calabozo de la policía o de la Seguridad del Estado.
A ratos tengo una pesadilla. En la soledad de mi habitación, sueño que tocan fuertemente a la puerta de la casa. Y unos tipos rudos y con caras de perros, vestidos de verde olivo, me sacan del cuarto y sin tocar el piso, me introducen a la fuerza en un coche ruso con placa militar y me llevan detenido a un destino desconocido.
No todos son alucinaciones. A veces sueño que las manitos de mi hija de 7 años, junto a su madre, me despiertan con la buena noticia de que el gobierno del general Raúl Castro, abolió las leyes absurdas, los cubanos no necesitarán más permiso para salir de la isla, los exiliados que lo deseen pueden regresar a su patria, y nunca más será delito escribir una crónica o artículo de opinión contando la realidad de Cuba y de los cubanos.
Siempre que esto sucede, me pregunto cuál de estos sueños se hará primero realidad.
Iván García
Foto: AP. Ricardo González Alfonso en 2002, unos meses antes de haber sido detenido y condenado a 20 años de prisión. A la izquierda, Luis Cino, también periodista independiente.