Desde La Habana

Raúl Castro y el otro terremoto

Luego del temblor de tierra ocurrido el 20 de marzo en Santiago de Cuba, Raúl Castro decidió darse una vuelta por su Oriente natal, reporta Granma.

Son las provincias orientales propicias a terremotos, naturales y sociales. Desde siempre, han sido foco de descontento ciudadano, sobre todo en los últimos tiempos, donde la disidencia, pública o encubierta, se ha generalizado en llanos y montañas.

Los orientales se encuentran entre los cubanos más marginados y discriminados. Para sobrevivir, han tenido que emigrar masivamente de sus territorios hacia el resto del país, especialmente a la capital.

En vez de mejorar las condiciones de vida en esas localidades, para que la gente no se tuviera que ir de sus pueblos, lo que hicieron fue legislar una de las medidas más violatorias de la libertad de movimiento, el Decreto 217 , sobre regulaciones migratorias internas, en vigor desde el 22 de abril de 1997, y en su momento denunciado por Human Rights Watch.

Los Castro, nacidos por aquellas tierras, no sólo fijaron residencia en los mejores barrios de la capital, si no que le dieron la espalda a sus coterráneos. Y lo que han venido haciendo las autoridades es una cacería de orientales. Cuando los detectan viviendo y trabajando ilegalmente en la capital, luego de detenerlos, hacerles firmar cartas de advertencia (como si fuesen delincuentes), los montan en trenes y los expulsan. De ahí el apodo de «palestinos» que le han puesto los habaneros.

Pero cuando al gobierno le ha convenido, los han movilizado, con ofertas de empleo, sueldo y albergue en la gran urbe. Para que se dediquen a labores que los capitalinos no quieren hacer, como ser policía, humorísticamente reflejado por Raúl Rivero en el Monólogo del policía. O para trabajar en la construcción. Según se dice, en uno de esos contingentes de constructores habría llegado a La Habana un «palestino» nombrado Orlando Zapata Tamayo.

Si alguien está consciente de que todo ese malestar acumulado durante 51 años en las provincias orientales en cualquier momento puede estallar como un volcán, es Raúl Castro. Pero no es el único fenómeno que tiene a la vista, cuando falta poco para que en Cuba comience la época de huracanes.

La verdadera catastrófe la tiene entre sus propias filas. Altos mandos militares y civiles que, desde las entrañas del socialismo tropical, le habrían cogido el gusto al confort capitalista. Y no conformes con vivir en cómodas casas, tener buenos autos y toda la pacotilla que el capitalismo fabrica -sobre todo si es Made in USA- también se habrían apoderado de millones de dólares.

La isla es hoy un hervidero de rumores. Se habla de que ya se habrían producido varias detenciones, entre ellas la de Rogelio Acevedo González, hasta hace uno días general de división al frente del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba.

Se especula que podría ser una trama de corrupción igual o mayor que el Caso Ochoa, y donde no faltarían enredos de falda ni crímenes pasionales y, tal vez, algún suicidio, habitual cuando hay militares implicados, como aquella vez, con aquel director de los Camilitos, que cuando lo fueron a detener sacó la pistola y se pegó un tiro.

En medio de ese nuevo escándalo de corrupción, se produjo la muerte de Zapata Tamayo, y que de cierta manera le ha convenido al régimen, igual que la huelga de hambre de Fariñas y las protestas de las Damas de Blanco.

Es verdad que por estos días han tenido que desviar parte de sus fuerzas policiales y represivas para operativos antidisidencia, invertir recursos no previstos y aguantar una oleada universal de denuncias y críticas. Pero les ha permitido actuar con el mayor silencio posible contra una serie de militares y civiles pertenecientes al poder, y de quienes sólo se sabe por «radio bemba» (rumores).

Lo único que estamos en 2010. Y no en 1989, cuando impunemente pudieron fusilar al general Arnaldo Ochoa, al coronel Tony La Guardia y los oficiales Amado Padrón y Jorge Martínez.

Entonces, pese a las lágrimas de Raúl frente al espejo, él y su hermano se sentían fuertes y seguros. Y todavía iban cuesta arriba. Ahora, no sólo van cuesta abajo, si no que lo hacen con pronósticos de volcanes, terremotos y huracanes.

Tania Quintero

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