Desde La Habana

¿Quién puede comprar un auto nuevo en Cuba?

Walter tenía sus dudas. Vacilaba entre comprar un jeep Willys estadounidense de los 50, con motor diesel de Toyota, frenos de aire alemanes, recién pintado y restaurado, por 32 mil pesos convertibles (casi 35 mil dólares) o esperar al 3 de enero, a ver si el Estado ponía a la venta un jeep más barato.

“No creo que vendan Cherokee ni Hummer, por el lío del bloqueo (embargo), pero quizás el gobierno oferte alguno de fabricación francesa o británica. Me lo estoy pensando, pues lo quiero para botear  (usar como taxi). Y con el mal estado de las vías en la isla, no creo que los jeeps modernos aguanten el fuete (trajín) que han tenido los carros americanos de los años 40 y 50, que son auténticos tanques de guerra”, señala Walter.

El anuncio oficial sobre la comercialización de autos por parte del gobierno aún no ha provocado una rebaja sustancial de precios en el sector particular, donde el 95% de los coches que se venden son de uso. Aurelio, luego de mostrar su Chevrolet de 1957 que mantiene como si fuese una joya, dice que “por menos de 35 mil chavitos (pesos convertibles) no lo vendo”.

Si usted se informa en el mercado automovilístico de la capital, verá que cualquier antigualla salida  de los talleres de Detroit hace seis décadas, ahora mismo, cuesta entre 12  mil y 30 mil dólares, los mejor conservados.

Si es como el de Aurelio, que mantiene el motor de fábrica y la  tapicería original, deberá pagar no menos de 40 mil cuc. En sitios online como Revolico, los precios de coches, nuevos o de segunda mano, fluctúan entre 25 y 50 mil cuc.

En La Habana es usual que un auto viejo cueste más caro que un apartamento nuevo de dos habitaciones. La prohibición de vender carros, excepto aquéllos fabricados antes de 1959, disparó los precios de una forma absurda.

En 1970-80, las autoridades vendieron autos rusos a 4 mil 500 pesos, menos de 200 cuc en la actualidad. Esos mismos Ladas o incómodos Moskovich cuestan hoy entre 10 y 15 mil dólares, según su estado técnico. Entonces no tenían traspaso. Sus dueños no lo podían vender. En caso de muerte lo heredaba el hijo u otro familiar, que tampoco lo podía poner a la venta.

Por supuesto, en la economía subterránea cubana se vendían Ladas, Moskovich y hasta tractores por piezas. En 2011 el régimen comprendió que tantas prohibiciones desatinadas contriubían a alimentar los exagerados precios.

Y autorizó la venta de autos. Pero instauró una traba burocrática: solo se podían comprar y vender autos viejos, estadounidenses o rusos.  Nuevos o de segunda mano, únicamente se podían adquirir mediante una carta otorgada por un funcionario.

La que se armó. En no pocas ocasiones, las cartas costaban más caras que el vehículo que usted iba a comprar en una agencia estatal. Surgió un colosal entramado de corrupción. Para poner freno a la danza de billetes por debajo de la mesa, a partir del 3 de enero 2014 el régimen se involucrará en el negocio.

Según la nota oficial, el gobierno abrirá agencias a precios del mercado actual en Cuba. Daniel, un  trabajador por cuenta propia que desea adquirir “un carrito sudcoreano económico, nada espectacular”, se lleva las manos a la cabeza cuando un amigo le dice que ese modelo, que en Estados Unidos o Brasil no cuesta más de 3 mil dólares, en La Habana lo venderán a 9 mil cuc, casi 10 mil dólares.

El pretexto del régimen, de mantener los precios inflados, es que las ganancias se dedicarían a la adquisición de autobuses. En 55 años de ‘revolución’, jamás el país ha tenido un servicio de ómnibus urbano decente. Podría parecer una buena idea que con las ganancias de las ventas de autos se pueda subsidiar el transporte público.

Supongo que el régimen habrá realizado un estudio de mercado. Tal vez 200 mil cubanos puedan comprar coches nuevos entre 9 mil y 30 mil cuc. Demos por hecho que 200 mil ciudadanos los adquieran a un promedio de 10 mil cuc. Sería una venta neta de 2 mil millones de cuc.

Descontando la compra y el flete, las ganancias serían de mil millones de dólares. Con ese dinero se podrían adquirir 10 mil buses articulados, a 100 mil dólares cada uno. Parece una solución mágica: un puñado de personas, llamémosle de la clase media, sufragaría un transporte público que en 55 años de castrismo siempre ha sido un desastre.

¿Destinarán también dinero para reparar y ampliar las añejas calzadas? Pero vivimos en una autocracia que no rinde cuentas. Y exigir transparencia a las instituciones es sinónimo de ‘contrarrevolución’. Por tanto, desconoceremos de qué manera se irán invirtiendo los ingresos provenientes de las ventas de carros.

Walter fue uno de los primeros en recorrer los lugares donde exhiben los distintos modelos de coches. Pero cuando vio los precios, lo tuvo claro: comprará el jeep Willys restaurado por 32 mil pesos convertibles.

Iván García

Foto: Cubanos miran en uno de los parqueos habilitados en La Habana para la venta minorista de autos. El más barato vendido el primer día fue un BMW de 1997 por 14,457.60 cuc, y el más caro, un microbús Hyundai de 2010 por 110 mil cuc.

Listado de precios oficiales

VEHICULOS PEUGEOT 2013 DISPONIBLES PARA LA VENTA (CUC)

OTROS VEHICULOS NUEVOS DISPONIBLES PARA LA VENTA (CUC)

VEHICULOS DE USO A LA VENTA (CUC)

 

Salir de la versión móvil