Ya al mediodía, Óscar había bajado de internet dos terabytes de audiovisuales. Aprovechando su horario de almuerzo, en un lugar cercano entrega el disco externo a la persona que se encargará de armar el ‘paquete’ semanal, un compendio de documentales, seriales, culebrones y deportes, que después circulará de manera clandestina por toda la Isla a la velocidad de la luz.
Desde hace una década, Óscar trabaja en un organismo estatal donde se capta la señal satelital de televisión. “No solo piratean los que tienen negocios privados. El gran corsario es el Estado, que sin pagar derechos de autor, con el pretexto del bloqueo (embargo), en la televisión pública trasmite programas estadounidenses. Yo también me aprovecho y por la izquierda vendo audiovisuales a un tipo que me paga 40 pesos convertibles (cuc) por dos terabytes”.
Valeria, de manera subrepticia, también se dedica al negocio de la piratería. “Laboro en un centro donde se envía la señal del cable internacional a centros turísticos. A veces me piden que descargue novelas o el último partido del play-off de la NBA. Me pagan bien y es algo que puedo hacer sin buscarme problema”.
El poderoso control estatal implementado por la autocracia verde olivo desde hace 56 años ha encontrado múltiples fisuras con la llegada de las nuevas tecnologías. Y como pólvora, por Cuba se riegan informaciones censuradas y encuentros de la MLB donde juegan peloteros cubanos.
El origen de ese escape informativo proviene de profesionales anónimos que han montado pequeños negocios paralelos, los cuales les permiten obtener un dinero extra que multiplica por cinco sus salarios de risa.
Rogelio trabaja en una dependencia distribuidora de internet en La Habana. Durante su jornada laboral descarga de internet aplicaciones de Androide y Windows para teléfonos móviles, tabletas y computadoras que luego vende al dueño de un taller de reparación de equipos informáticos. “En una semana puedo ganar 1,500 pesos (unos 65 dólares)”.
Aprovechando el alto volumen de llamadas hacia la Florida, algunos han llegado a desviar tecnologías y softwares de ETECSA, el monopolio estatal de las telecomunicaciones, y en sus casas han montado cabinas de llamadas al extranjero, a 25 centavos de cuc el minuto, un 60% más barato que el ofertado por el Estado.
Con frecuencia, fuerzas conjuntas de la Seguridad del Estado y el Ministerio de Comunicaciones e Informática, desatan operativos para desmantelar redes Wi-Fi paralelas, conexiones a internet y llamadas internacionales clandestinas.
Por cada red que es dada de baja, al poco tiempo surgen dos nuevas. “Es como cortarle la cabeza a un dragón que tiene varias. Mientras el gobierno controle, prohíba y a precio de oro cobre internet y las llamadas al exterior, existirán redes clandestinas”, argumenta Miguel, quien tras varios años diseñando redes paralelas, se ha convertido en un auténtico experto en camuflar cables y bajantes de conexiones ilegales Wi-Fi o televisión satelital.
Orlando, economista, considera que además de las absurdas prohibiciones típicas en sociedades cerradas, las leyes del gobierno, que impiden a los profesionales insertarse en el trabajo privado, han abierto una discreta puerta giratoria que está siendo utilizada para hacer dinero durante su jornada laboral.
“Ocurre en cualquier sitio. En un hospital, una enfermera o un médico se roban medicamentos en falta y los revenden en el mercado negro. O un informático utiliza la computadora de su trabajo para crear una página web al dueño de un negocio particular”, explica el economista.
No es una novedad que algunos médicos consultan en su propia casa a pacientes de confianza que le pagan por debajo de la mesa. “Se crea una confianza mutua. El médico te puede atender de manera personal. Te receta y te consigue la medicina si no la hay en las farmacias. O te hace exámenes que demorarían meses por la vía normal. La gente les da 20 o 25 cuc, más si es una enfermedad grave. En silencio, hemos pasado del médico de la familia creado por Fidel Castro, ya en horas bajas, al médico privado de cabecera”, cuenta Luis, quien se atiende con un doctor fuera del hospital.
Desde hace seis años, Norma atiende a su hijo con una profesora de odontología. “En cada consulta, con discreción le doy 20 cuc. La atención es de primera. Mientras en las clínicas estomatológicas faltan la anestesia y los aparatos dentales, cuando le pagas a un dentista todo aparece como por arte de magia”.
Los bajos salarios de los maestros en las escuelas primarias y secundarias son la génesis de la explosión de repasadores furtivos. Es frecuente que educadores que dan clases por el día, por las tardes o noches, por 5 cuc al mes repasen a alumnos de primaria o secundaria en sus domicilios.
“Las familias que pueden, le pagan repasos a sus hijos. Es muy difícil que un muchacho repasado por una maestra en activo pueda suspender. Hay directoras de escuelas que también son repasadoras. La falta de dinero las empuja”, dice la madre de un niño que asiste a esos repasos.
Ya en La Habana han salido a la luz casos de fraudes notorios donde profesores y directivos vendían exámenes a precios que fluctuaban entre 15 y 25 pesos convertibles. Ahora el fraude es más sutil.
El día antes de la prueba, la maestra le sopla al oído de los alumnos que ella repasa, lo que pudiera salir. Curiosamente, el examen coincide con lo soplado.
Iván García
Foto: Durante un paseo en un auto descapotable por la Avenida del Malecón, muchos cubanos pudieron fotografiar a la cantante Rihanna (Barbados, 1988) con sus teléfonos celulares. En los primeros días de junio de 2015, Rihana estuvo en La Habana para hacerse fotos de moda y la realización de un video clip. Debido al aumento de móviles, smartphones, laptops y tabletas en Cuba, muchos negocios por la izquierda se dedican a la reparación de estos equipos. Tomada del periódico Trabajadores.