Desde La Habana

Por qué es tan difícil vivir en Cuba

Por qué es tan difícil vivir en Cuba

Hace poco más de un mes, Katherine, 36 años, madre soltera con dos hijos, vendió en 40 dólares su teléfono móvil para comprar comida. Con el dinero de la venta, 13 mil 200 pesos, adquirió una caja de pollo de quince kilogramos en diez mil pesos, diez libras de arroz en dos mil y el resto del dinero lo gastó en comprar algunas confituras para los niños.

Separó once cuartos de pollos para la comida de sus hijos y para su madre, la abuela de los niños, enferma de artritis. Estuvieron varios días comiendo arroz y pollo asado o en salsa y los domingos lo acompañaron con frijoles negrosa y ensalada de tomate y pepino.

Katherine solo comió arroz blanco y chicharrones de pollo. “Para estirar el pollo le quito el pellejo y frio chicharrones. Soy técnico medio en farmacología y mi salario de 4,800 mil pesos no me alcanza para cubrir siquiera el 30 por ciento de la comida. A mi madre le pagan una pensión de 2,300 pesos y el padre de mis hijos, cuando se acuerda, me da dos mil o tres mil pesos. No tengo parientes en Estados Unidos que me envíen dólares. Por eso vendo el café y los cigarros que dan en la bodega por la libreta de racionamiento. Estoy más atrás del dinero que lo cordales”.

Katherine se ha visto obligada a vender objetos familiares de valor de su hogar, entre ellos un cuadro, un reloj antiguo de pared, la colección de sellos de su padre, ya fallecido, y platos de porcelana china de sus abuelos.

“Ya no tengo que vender. Le debo dinero a un garrotero del barrio y a varias amigas. No sé qué hacer. Por qué no es solo el problema de la comida. Son demasiadas cosas. No puedo llevar a pasear a mis hijos. Se pasan la semana de receso escolar aburridos viendo la televisión. Un tipo me ofrece 20 dólares por acostarme con él. Me lo estoy pensando. En estos últimos años me han salido un montón de canas y el pelo se me está cayendo. Siempre estoy estresada”, confiesa Katherine.

Zoila, 76 años, doctora jubilada, asegura que nunca “pensó que la situación económica en Cuba se pusiera tan compleja. Estuve en misiones en Sudáfrica y Trinidad y Tobago. Con un dinero por arriba permuté para un apartamento de tres cuartos. También guardé en el banco diez mil pesos convertibles (cuc). Mi esposo, cirujano, tenía otros ocho mil pesos convertibles ahorrados y en una de las misiones se compró un automóvil. Creíamos que teníamos nuestra vejez asegurada».

Cuando en enero de 2021 comenzó la Tarea Ordenamiento, cada peso convertible equivalía a un dólar. Pero el gobierno estafó a las personas que confiaron en las instituciones bancarias.

«Al devaluarse aceleradamente el peso, el banco nos daba 43 mil pesos por los 18 mil cuc, que los cotizaban a 24 pesos cada uno. Imagínate, en la calle en ese momento el dólar estaba a 50 pesos. Nos dijeron que el peso convertible no era canjeable y la mejor opción era sacarlo o esperar a que el peso se reevaluara. Cuando sacamos el dinero, el dólar se cotizaba en el mercado informal a 80 pesos, que al cambio eran 537 dólares. De la noche a la mañana nuestros ahorros se esfumaron. De 18 mil cuc a 537 usd”, cuenta Zoila.

Pero la crisis económica y la inflación se fue agudizando. «Y los dólares los gastamos en comprar comida y medicamentos durante el Covid. Mi esposo se puso a botear (taxista particular), pero chocó el carro y no tenemos el dineral que nos piden para reparar el automóvil. Pensábamos permutar nuestro apartamento por uno más pequeño y un dinero extra, cuatro o cinco mil dólares. Ell precio de las propiedades ha caído tremendamente y no voy a regalar la casa que tanto esfuerzo me costó tenerla. Con 76 años yo y 79 mi esposo, estamos pensando volver a trabajar. El manejo de la economía y de los servicios público del actual gobierno ha sido pésima. Si a estás altura del juego, después de 65 años de fracasos, queda un cubano que apoye al sistema es porque es masoquista”, concluye Zoila.

Yenis, 20 años, ex estudiante universitaria, coincide que “Cuba no es un buen país para vivir los ancianos, pero tampoco los jóvenes y los niños. Es un caos. El que no tiene familia afuera y dependa de su salario y de los pocos alimentos que venden por la libreta, se muere de hambre. Los más afectados son los que trabajan al Estado, como mis padres, a quienes han dejado tirados como objetos desechables. Tuve que dejar la universidad porque vivo en Santiago de las Vegas y con lo malo que está el transporte demoraba entre cuatro y seis horas en ir y venir de las clases. Intenté conseguir un alojamiento estudiantil, pero no me lo dieron por ser habanera. Al dejar la carrera espero poder ayudar a mis padres, que reciben miserables salarios. Ojalá me llegue el parole y pueda largarme de esta pesadilla»

Por el día, Camila es manicure, y por la noche se prostituye de forma discreta en bares privados. “Jineteo por obligación. Mi sueño es casarme con un yuma y marcharme del país. Vivir en Cuba es un agobio. No hay futuro. La única solución es emigrar”, afirma.

A 14 personas en edades comprendidas entre 17 y 79 años, siete hombres y siete mujeres, les pregunté sobre su vida en Cuba. Los catorce respondieron que es insoportable. «Cuando no falta el agua, hay un apagón y hasta comer pan es un lujo”, señaló Gerson, barbero, uno de los entrevistados. Gustavo, economista, dijo que «para vivir con cierto desahogo, se necesitam alrededor de 100 mil pesos mensuales, unos 350 dólares. Y aún así, vas tener carencias”.

Cuando en una nación la noticia en la prensa estatal es la llegada de un barco cargado de arroz procedente de Vietnam se tiene un problema. Y serio.

Iván García

Foto: Para sobrevivir, una familia vende en su casa culeros desechables, cigarros y huevos. Tomada de Martí Noticias.

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