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¿Por qué emigran los cubanos?

Culpar al ‘imperialismo yanqui’ o a su ‘perversa y criminal’ Ley de Ajuste no va detener el goteo imparable de ciudadanos que escapan de la pobreza material y la falta de futuro.

El debate nacional debería ser otro. Un gobierno responsable y coherente se preguntaría que está fallando. Igualar a los emigrados cubanos con la migración tercermundista sería reconocer de facto el fracaso del modelo económico y social que preconizan.

Pregúntenle a un mexicano o un sirio que huye de la guerra civil, si aprueba la gestión gubernamental de Enrique Peña Nieto o Baschar el Asad.

La gente emigra hacia otros países para vivir con dignidad, mejorar su salario y poder desarrollar a plenitud sus aptitudes profesionales. Los cubanos que se marchan intentan cambiar su suerte.

Charlé con decenas de compatriotas varados en Costa Rica tras la decisión del presidente nicaragüense Daniel Ortega de cerrar la frontera en Peñas Blancas.

Ni uno solo era perseguido del gobierno o disidente político. Pero de manera franca te cuentan que ya están cansados. De todo. Del añejo e ineficiente gobierno de los hermanos Castro, y a pesar de tener garantizada salud universal y educación pública altamente ideologizada, no soportan sus vidas grises, el control social, la libreta de racionamiento, un futuro entre signos de interrogación y que no se cuente con ellos para administrar el país.

La mayoría de los más de cuatro mil migrante atascados en Costa Rica quieren ser hombres y mujeres libres. Ser ellos. No un instrumento de nadie.

Es un grupo heterogéneo y variopinto. La mayoría son profesionales o técnicos medios que en Cuba guardaban en una gaveta su título universitario y se dedicaban a quemar discos piratas, manejar un taxi o vender pacotillas industriales.

Desde luego, también hay su morralla. Jineteras, vendedores de drogas o vagos, como en cualquier grupo humano. Pero son los menos. Su criterio político no es comparable con aquella hornada de compatriotas que fueron desclasados por decreto e incautadas sus propiedades.

Pero no por ser disidentes o aprobar en silencio los ucases castristas se les debe menospreciar. El cubano no tiene madera de mártir. Las autocracias engendran sistemas de control social muy eficientes. Eso se sabe.

En ningún país con régimen comunista las masas cambiaron el estado de cosas. El Muro de Berlín se vino abajo porque los alemanes del este deseaban huir. La única protesta multitudinaria en La Habana, en el verano de 1994, fue provocada por el deseo de emigrar.

En sociedades como Cuba o Corea del Norte, China y Vietnam con una política despótica hacia los opositores y que como válvula de escape utilizan una economía de mercado que permite prosperar, es improbable que acontezcan cambios de régimen mediante revueltas populares.

El recurso de los cubanos que desayunan café sin leche es marcharse de su patria. A cualquier lado y a cualquier precio. Preferentemente Miami. Pero en Ecuador o España, donde no existe una Ley de Ajuste, viven ya decenas de miles de compatriotas.

La emigración en Cuba tiene un barniz político. Antes de que estuviera en vigor la Ley de Ajuste, Fidel Castro tildó de ‘gusanos’ a los cubanos que querían irse del país. Eran demonizados por el sistema.

Se les separaba de sus puestos de trabajo y mientras esperaban el permiso de salida, debían laborar en faenas agrícolas. Cuando se marchaban perdían sus propiedades.

La salida en una balsa desde las costas de la Isla era un delito sancionado hasta con ocho años de cárcel. Luego en una tribuna, iracundo, Castro los insultaba y les llamaba ‘escoria’.

En 1980, el régimen aplicó los reprochables actos de repudio, linchamientos verbales y físicos de corte fascista, a las personas que emigraban, quienes debían viajar al extranjero sin joyas ni otros patrimonios personales.

Como hizo Hitler con los judíos por Hitler, eran marcados con una letra color escarlata. Después eliminaron esos métodos, pero el cambio de política no fue precedido por una disculpa pública del gobierno que los humilló.

La nueva estrategia es un reacomodo al nuevo panorama político y la urgente necesidad de una improductiva economía estatal de recaudar dólares para su sostén.

Es la economía que generan los ‘gusanos’ de antaño, con sus remesas, recargas telefónicas, viajes a Cuba y envío de paquetes, la segunda industria detrás de la exportación de servicios médicos.

La Ley de Ajuste es un comodín, no la causa real del manicomio cubano. En todo caso, es un problema para Estados Unidos. Debieran revisarla o aplicar estrictamente su contenido.

La actual desbandada migratoria es responsabilidad de la autocracia verde olivo. Antes de 1959, Cuba fue un país de inmigrantes. Entre 1910 y 1925 la Isla absorbió la tercera parte de los emigrantes de España hacia América y en 1902 ingresaron 11,986 inmigrantes, mientras que en 1920 la cifra ascendió a 174,221.

Entre 1931 y 1940, emigraron a Estados Unidos 9,571 cubanos; entre 1941 y 1950, 26,313 y entre 1961 y 1970, 208,536. Según el censo estadounidense de población, en 2010 había 1.213,418 cubanos residiendo en la Florida, lo que representa un incremento del 45,6% respecto a los datos del censo del año 2000.

En el presente año fiscal, de acuerdo a estadísticas de los servicios aduanales de Estados Unidos, más de cuarenta y cinco mil cubanos han entrado por la frontera con México, Canadá y hasta Alaska, fronteriza con Rusia.

A pesar de las reformas migratorias de 2013, los cubanos que se marchan deben pagar altísimos gravámenes por renovar sus pasaportes y pierden sus propiedades si residen más de 24 meses fuera de su país.

Además, no se les reconoce la doble ciudadanía, deben pedir un permiso para visitar su patria y no tienen derechos políticos o sociales cuando viven fuera de Cuba.
Esa ‘ley de ajuste’ del gobierno de la Isla hacia los cubanos que residen en el exterior aún se mantiene. Porque así lo quiso Fidel Castro.

Iván García

Hispano Post, 7 de diciembre de 2015.

Caricatura de Osval, tomada de On Cuiba Magazine.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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