En las peñas beisboleras de la isla, es habitual hacer pronósticos sobre los peloteros cubanos con talento para brillar en las Grandes Ligas, en Estados Unidos. Ahora mismo el número es reducido.
Hay una brecha descomunal entre los métodos de preparación de atletas en la gran carpa y la liga cubana. Existe el talento natural. Pero llegan al primer nivel con evidentes lagunas en su formación.
Desde un swing de mediados del siglo XX, actualmente en desuso, hasta una mecánica de pitcheo desfasada e incorrecta. Los entrenadores de calibre en Cuba cada día son menos.
Grandes luminarias, que brillaron en la pelota profesional antes que Castro se hiciera con el poder, y no se marcharon del país, que contribuyeron de manera notable a la formación de atletas ya están muertos o jubilados.
Lo más granado de los especialistas del béisbol, formados en universidades después de 1959, se encuentran trabajando en el extranjero o se han marchado de Cuba.
El embargo estadounidense y las necias políticas de Castro a no autorizar que peloteros cubanos compitan en circuitos profesionales, ha traído como consecuencia un atraso en todos los órdenes.
Desde un estancamiento notable de beisbolistas criollos, al no topar con los mejores, hasta conceptos empíricos y desfasados en la formación de atletas. Así y todo, Cuba mantiene una notable cantera con potencialidades por arrobas.
Aunque muy lejos del nivel que teníamos antes de 1959, donde éramos la primera nación en aportar peloteros a las Mayores de Estados Unidos. Y, por supuesto, estamos a años luz de República Dominicana, actualmente con 400 peloteros en organizaciones de Grandes Ligas.
Pero tanto en la serie nacional, como en la categoría juvenil y de cadetes, hay jugadores con talento para llegar a las Mayores. Excepto Kendrys Morales, Alex Ramírez y Yunel Escobar, está demostrado que los más de 300 peloteros que han abandonado el país no todos han brillado en Grandes Ligas con el madero en ristre.
Los lanzadores se han destacado con más celeridad que los bateadores. Son los casos de los hermanos Liván y El Duque Hernández y el prometedor Aroldis Chapman.
Mirando la materia prima actual del béisbol en la isla, me temo que no hay mucho para escoger. En el primer nivel, quizás los lanzadores del equipo Habana, Miguel Alfredo González, Miguel Lahera, Yadier Pedroso o el guantanamero Dariel Hinojosa, por condiciones y juventud. Lanzan rectas de 93-95 millas, rompimientos endiablados y tienen entre 22 y 24 años. En corto plazo pudieran llegar a las Mayores.
Entre los bateadores, el inicialista José Dariel Abreu pudiese ser una estrella en la gran carpa. Habría que ver. Es talentoso y joven, 23 años. Pero presenta deficiencias a la hora de conectar lanzamientos de rompimientos en la zona interior.
Yulieski Gourriell, Yoandry Urgellés, Alfredo Despaigne, Yoenni Céspedes, Héctor Olivera, Alexander Guerrero y Frederick Cepeda, quizás el mejor bateador cubano del momento, tienen madera para brillar en cualquier liga, pero al jugar tanto tiempo en torneos mediocres, como los que se juegan hoy en Cuba, podría haber estancado su progresión ofensiva.
En la categoría juvenil, se observan jugadores interesantes. Apunten nombres. Rogelio Armentero, un lanzador derecho de 16 años del barrio Carraguao, en el municipio habanero de El Cerro, viene despuntando con fuerza.
Su arte para pitchear, combinando rectas que superan las 90 millas con sliders y curvas de respeto son su carta de presentación. También brilla un quinteto de lanzadores juveniles con buenas maneras: Sergio Gómez, de Holguín; Joan Leyva y Héctor Mendoza, de la Isla de la Juventud; Rogelio Quesada, de Mayabeque, y Leodanis Pérez, de Sancti Spiritus, son poseedores de rectas poderosas y excelentes bolas movidas. Deben mejorar el control. Pero tienen entre 16 y 18 años y lo que necesitan es jugar.
Entre los bateadores con talento para llegar a jugar en circuitos profesionales, destaca el torpedero pinero Andy Ibáñez, Guillermo Avilés, jardinero de Granma, el espirituano Yulieski Gourriel, hermano menor de Lourdes, y el habanero Alfredo Rodríguez.
Recuperar la prestancia que el béisbol tenía antes de 1959 o en la década de los 70 y 80 será difícil. Entre los peloteros actuales, en general, hay menos calidad. Y los que poseen talento duermen con la ilusión de algun día ganar un salario millonario. Ese ha sido un argumento poderoso para que el deporte nacional caiga en picada.
Iván García
Foto: Yulieski Gourriel, del equipo Sancti Spiritus.