Desde La Habana

Oscar Elías Biscet, ciudadano de Lawton

El 20 de julio, el prisionero político y de conciencia Dr. Oscar Elías Biscet González cumple 49 años. Ese día queríamos publicar un texto recordándolo.

Porque Biscet y su esposa, Elsa Morejón, vivían también en Lawton, uno de los barrios con más elevaciones del municipio habanero 10 de Octubre, y el más poblado de la capital cubana. Para acortar camino, muchas veces Oscar Elías se bajaba de la guagua (ómnibus) en la parada de la Plaza Roja, en la esquina de nuestra casa, y por Carmen, nuestra calle, subía rumbo a su domicilio, varias cuadras más arriba, siempre subiendo una loma.

Pero hemos decidido adelantar nuestros recuerdos, al conocer que le han hecho un documental, y en él no aparece Ana Luisa López Baeza, quien fuera periodista oficial y luego periodista independiente de Cuba Press, desde su fundación por Raúl Rivero, el 23 de septiembre de 1995.

Un documental sobre Biscet sin el testimonio de Ana Luisa queda cojo, incompleto. Porque ella no sólo fue la periodista que primero reportó sobre su disidencia, si no fue quien más siguió su trayectoria como médico y activista de derechos humanos.

Cuando Ana se fue al exilio en Miami, en 1999, otros de Cuba Press continuamos reportando todo lo relacionado con Oscar Elías: Raúl Rivero, Ricardo González Alfonso, Álida Viso Bello, Ariel Tapia y nosotros dos, entre otros. El pasado 23 de marzo, Ana Luisa recordaba a Biscet en este correo electrónico:

«Sobre el doctor Oscar Elías Biscet puede decir que en aquel contexto fue de los que más me deslumbró por su pulcra apariencia, su modestia y por su apego al juramento de Hipócrates. Así se me mostró desde la primera vez que lo vi, cuando Biscet fue a mi casa a contarme lo que estaba sucediendo en el hospital Hijas de Galicia -donde trabajaba- en relación con los abortos mediante el Rivanol.

«Para mí, ésa es la primera de las causas que le han hecho sufrir tanto. Su denuncia al respecto fue contundente. Acompañaba su testiminio con otros muchos de mujeres a las que, por esa vía, se les había interrumpido embarazos de hasta 21 semanas, o más. Biscet hizo que yo los escuchara en su presencia y le dijera mi parecer. Coincidió con el suyo: un crimen horrendo!

«Casi todas esas mujeres, a las que el llanto ahogaba, no fueron informadas sobre lo que después vivieron: muchas criaturas salían vivas, saltaban en las cubetas o palanganas donde los ponían de momento y luego eran acallados para siempre. Biscet me dejó copia de ese casete y yo informé sobre el caso por los medios que entonces estaban a nuestro alcance.

«Supe en esa misma ocasión, que él inició la denuncia contra ese método abortivo en el hospital donde trabajaba, entre sus compañeros de trabajo, ante quienes se presentó un día portando un cartel que decía ‘Aborto, asesinato de niños’.

«Después de aquel día, mantuve permanente contacto con Biscet y seguí la pista de todas sus actividades en la oposición hasta el día que salí de Cuba, en 1999. Estuve varias veces en su casa, en Lawton, donde más de una vez hicieron objeto de fechorías. Recuerdo sobre todo una bomba que le lanzaron, de ésas dejan una peste infernal.

«También anduve con Biscet por calles de Lawton, su barrio, y noté que allí era muy querido y admirado. Cariño que se notaba, a pesar de la obligada discreción de gestos y palabras, en tales casos».

De lo dicho por Ana Luisa da fe la siguiente información de Fara Armenteros, publicada en Cubanet el 7 de noviembre de 2002:

«No cabe duda de que este hombre tiene capacidad para interpretar el sufrimiento humano, y por eso asume la defensa de los derechos del pueblo», señaló Pedro, un hombre que viajó desde otro barrio para ver a Biscet.

«Mi familia me contó que había sido liberado y vine a ver su rostro. Me voy más que satisfecho, porque presencié toda la conferencia de prensa con los periodistas», añadió.

«Biscet ofreció ayer (6 de noviembre, un mes antes de que lo arrestaran y ya no lo dejaran salir más), una conferencia de prensa para cumplir con la promesa que hizo a sus hermanos de cautiverio en la prisión Cuba Sí, de la provincia Holguín, donde estuvo recluido tres años: dar a conocer al mundo los abusos y humillaciones que padecen los presos en las cárceles cubanas.

«Cuando le preguntamos a Raquel Díaz, una vecina de Biscet, su opinión sobre el médico, expresó: «Analice usted lo que él le dijo al reeducador en la prisión -refiriéndose a una de las experiencias relatadas por el disidente- y eso es lo que yo pienso de Biscet, que él no necesita reeducador porque tuvo muy buenos padres que lo educaron muy bien».

«Biscet dijo que en las prisiones se emplea la violencia como método educativo, y explicó las pésimas condiciones de vida de los presos: falta de atención médica, escasa alimentación, hacinamiento y falta de las mínimas comodidades para descansar. Señaló también que a los presos no se les permite tener radios y que, aunque pueden leer la Biblia, ésta no se puede leer colectivamente.

«Durante la conferencia, Biscet respondió preguntas de los periodistas independientes y corresponsales extranjeros acreditados en La Habana. ‘Somos demócratas y tenemos que aceptar la diversidad desde ahora’, dijo cuando se le preguntó su opinión sobre el Proyecto Varela y la Asamblea para Promover la Sociedad Civil».

En ese documental hay otra ausencia notable. La de Martha Beatriz Roque Cabello, sobre todo porque el documental ha sido dedicado a Orlando Zapata Tamayo. Parece que los realizadores no se enteraron que Zapata Tamayo fue uno de los opositores que se sumó al ayuno convocado en febrero de 2003 por la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, dirigida por Martha para demandar la puesta en libertad del Dr. Biscet, detenido junto a Zapata Tamayo, Raúl Arencibia Fajardo y Virgilio Marantes Guelmes, el 6 de diciembre, cuando se disponían a efectuar una reunión con activistas de derechos humanos, en la barriada de Lawton.

Zapata, Arencibia y Marantes estuvieron unas semanas detenidos, después fueron liberados y quedaron pendientes de juicio. A Zapata lo volvieron a arrestar el 20 de marzo, pero a Biscet lo dejaron detenido desde diciembre de 2002, y en abril de 2003 lo juzgaron y condenaron a 25 años, como parte del Grupo de los 75.

Entre los recuerdos, la mañana en que el periodista independiente Ricardo González Alfonso (condenado a 20 años en abril de 2003), tras cubrir una conferencia de prensa convocada por Biscet en su domicilio, cerca del nuestro, Ricardo la reportó para el exterior desde nuestro teléfono.

El 10 de diciembre de 1998, por los 50 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Fundación Lawton que presidía Biscet, organizó una lectura de la Declaración en el Parque Buttari, ubicado en la misma barriada. Por Cuba Press fuimos Ariel Tapia, Iván y yo. Lo que allí había montado la Seguridad del Estado fue un «espectáculo» y quedó recogido en El show del Buttari.

La última imagen de Biscet que quedó en nuestra retina proviene de las fotos que Martha Beatriz nos enseñó, de cuando ella, René Gómez Manzano y Félix Bonne Carcassés tuvieron un almuerzo de trabajo con Biscet, en la sede de la Asociación Canaria de Cuba, en Centro Habana, donde se comía bien y barato. Eso fue en 2002, después de haber cumplido Biscet tres años de prisión, y poco antes de que lo volvieran a detener, en diciembre de 2002.

A modo de homenaje personal, dos textos. De dos periodistas independientes que tuvimos la suerte de haber conocido a uno de los más importantes disidentes cubanos de todos los tiempos.

Una revolución pacífica comienza.

La opción de Biscet.

Hubiéramos querido reproducir también Cuba sí, Biscet también, de Raúl Rivero, publicado en El Nuevo Herald el 14 de abril del 2000, pero no pudimos localizarlo en internet.

Iván García y Tania Quintero

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