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Obama y Castro juegan en ligas diferentes

Los acontecimientos se precipitan. Al menos así cree Nivaldo, taxista privado, dueño de un anacrónico auto Moskovich de la era soviética que ha pasado por el taller de chapistería media docena de veces. “No tire las puertas por favor, que se me descentran”, indica a los pasajeros que utilizan la ruta desde el paradero de Playa al Parque de la Fraternidad, en el corazón de La Habana.

Nivaldo, al igual que un segmento amplio de cubanos, intentan seguir las noticias sobre el tema migratorio y las negociaciones que se efectúan en el Palacio de las Convenciones, al oeste de la ciudad.

“Esto (el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos) ha sido tremendo. Antes del 17 de diciembre, Estados Unidos era el imperio perverso y el culpable de todos los males que padecía el país. Lo primero que ha cambiado es el lenguaje informativo. Y es saludable que dos mujeres estén al frente de las negociaciones. En Cuba ha hecho mucho daño el machismo político. La gente está cansada de tanta testosterona y del discurso de los cojones».

Nivaldo se detiene para recoger un pasajero y continúa hablando: «Aunque no sé si esta nueva dinámica traerá mejorías inmediatas al cubano común. Ojalá. Trabajo de 12 a 14 horas diarias para mantener a mi familia y poder ahorrar dinero para celebrarle los quince a mi hija. Si las cosas cambian, a lo mejor puedo deshacerme de este cacharro y comprar un Ford moderno. La pregunta que se hacen muchos en la calle es cómo y de qué manera el gobierno va implementar una serie de medidas que beneficien a la gente”, señala y sube el audio para escuchar las informaciones del noticiero vespertino de radio.

Con demasiadas expectativas los cubanos de a pie siguen los acontecimientos. Algunos con un optimismo a prueba de bombas.

Rogelio, reparador de sombrillas, ya se ve comiendo hamburguesas en una Mc Donald’s, con largas colas. «Cuando caiga el embargo, los comercios estarán bien abastecidos, con artículos de calidad. Espero que el gobierno autorice importaciones directas por parte de los cuentapropistas. Y que el sistema bancario otorgue créditos más generosos. En las tiendas se empezará a vender a plazos, como en cualquier sociedad moderna».

Otros, son más cautelosos. “Sí, es bueno comprar arroz, pollos y teléfonos inteligentes en Estados Unidos, pero el sistema cubano necesariamente debe cambiar. Demasiados centralismos y controles que frenan la autonomía económica de los pequeños negocios privados. Luego está el tema de los bajos salarios y la doble moneda. ¿A qué precios el ciudadano corriente podría tener una línea de internet o comprar una computadora made in USA?, se pregunta Rosario, ingeniera en sistemas automatizados.

Un amplio segmento de la disidencia cubana considera errada la estrategia implementada por el presidente Obama.

“Quisiera conocer cuáles fueron sus fuentes de información. Me temo que andan desorientados. Ellos apuestan por el neo castrismo y su seguridad nacional. Han colegiado estas negociaciones sin contar con la oposición de la Isla. No veo por qué un régimen con un historial amplio de violaciones a los derechos políticos deba cambiar. Obama se ha quedado sin capital político para negociar. Ha dado mucho a cambio de poco. Si la comunidad internacional no hace hincapiés que Cuba debe ratificar los Pactos de la ONU, simplemente el estado de cosas seguirá en pie. Esto se traduce en detenciones a los activistas y algunos opositores podrían volver a las cárceles”, piensa Antonio Rodiles, destacado disidente que anuncia una conferencia de prensa a las dos de la tarde del 23 de enero junto a un grupo importante de opositores que no aprueban el nuevo juego político de la Casa Blanca.

Entre la disidencia y el cubano de a pie hay diferencias notables de matices. La gente de la calle considera que ya era hora de terminar la extensa partida de ajedrez político entre ambas naciones.

Los ciudadanos creen que el nuevo giro en la política exterior de Estados Unidos deja sin argumentos y hace estallar por el aire los manidos pretextos de la autocracia verde olivo para justificar el naufragio económico y el manicomio ideológico implantado en estos 56 años.
Pero en algo coincide el cubano de café sin leche y un sector de la oposición: cada cual vela por sus intereses. Y los del régimen ya se conocen. Perpetuar el sistema aunque cambien los métodos.

El presidente Barack Obama y el general Raúl Castro, es evidente, juegan en ligas diferentes.

Iván García

Caricatura: Tomada de El lagarto verde.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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