Desde bien temprano en la mañana, en el municipio habanero de 10 de Octubre, el viejo Eladio se busca unos pocos pesos voceando la ruta de los autos de alquiler con destino al Vedado. De acuerdo a la lista de 178 oficios que se pueden ejercer por cuenta propia, lo que Eladio hace se denomina ‘gestor de viaje’.
Los cubanos, alérgicos a la jerga oficial, los llaman «buquenques». La palabra no es nueva en el argot criollo: ya Alejo Carpentier la utilizó en su novela La consagración de la primavera. Hay «buquenques» legales e ilegales.
Eladio es de estos últimos. Un pobre diablo que anda sucio y se fuma las colillas de cigarros tirados en la calle. No es agresivo ni suele acosar a los transeúntes pidiendo limosna. Gana poco dinero como «buquenque». Lo suficiente para ingerir una ración magra y mal elaborada en alguna desvencijada fonda estatal.
A principios de semana, Eladio fue recogido por un operativo conjunto de autoridades de salud pública y la policía, y lo condujeron a un sitio desconocido. En esta ‘operación limpieza’ también han cargado con mendigos, dementes, buscavidas y alcohólicos sin techo que crecen en flecha por toda la ciudad.
La abogada independiente Laritza Diversent está asombrada con la peculiar redada. “Ellos se acogen a cualquier regulación para realizar batidas. Indudablemente, están violan los derechos de las personas. No lo hacen por compasión. Sencillamente no quieren escenas desagradables, como ‘buzos’ registrando latones de basuras o locos armando un guirigay en las 24 horas que el Sumo Pontífice estará en La Habana”, apunta Diversent, quien dirige un bufete de asesoría jurídica gratuita.
Cerca de la Plaza Roja, en la barriada de La Víbora, un borracho consuetudinario que suele vender periódicos, revistas y libros viejos, por estos días ha dejado de tender su manta en el portal de la esquina de Carmen y 10 de Octubre.
“Estoy esperando que se vaya el Papa. Para nosotros, los cubanos sin recursos, este cura nos ha traído problemas. Tres días sin buscarme unos ‘quilos’ para comer o tomar alcohol, créame que no es fácil. Si la Iglesia y el Estado fueran humanitarios, debieran abrir comedores para los más necesitados y albergues donde podamos descansar quienes no tenemos hogar”, señala indignado.
Es típico del gobierno cubano crear un entorno artificial para personajes importantes. Desde pintar fachadas hasta reparar avenidas y plantar árboles por donde pasarán los visitantes, como en el filme español Bienvenido, Mr. Marshall.
Esta operación de imagen forma parte de un juego más amplio. Dentro de la disidencia se comenta que a los opositores más ‘recalcitrantes’, considerados de barricada, los mantendrán detenidos los días que el Papa permanezca en Cuba.
El gobierno teme que grupos disidentes griten consignas o desplieguen pancartas en el transcurso de las dos misas que el Benedicto XVI oficiará en la isla, el 26 de marzo en Santiago de Cuba y el 28 en La Habana.
Otro rumor que circula entre la disidencia, es que para esos días, las líneas de teléfonos celulares de los opositores serán cortadas. Pero no sólo los disidentes serán afectados con la interrupción del servicio móvil.
Igualmente se comenta que antes de su llegada y hasta el regreso del Papa a Roma, los móviles de los trabajadores de ETECSA también serán interrumpidos. Como pretexto se alega que es para no saturar las líneas. A los ingenieros y directivos de la única empresa cubana de telecomunicaciones les recargan sus celulares con asignaciones entre los 120 y 300 pesos convertibles mensuales.
El ambiente es mucho más tenso y represivo que cuando la visita de Juan Pablo II, del 21 al 25 de enero1998. Tampoco entre la gente hay grandes expectativas, como sucedió con las misas oficiadas por Karol Wojtyla.
Aunque datos divulgados por el Servicio de Información del Vaticano dicen que el 60.19% de la población es católica, lo cierto es que una mayoría de cubanos cada día se rascan la cabeza y el bolsillo, a ver de qué forma pueden llevar dos platos calientes de comida a la mesa y prepararle meriendas escolares a sus hijos.
El régimen ha empapelado toda la ciudad con la cara rozagante del Papa alemán, de 86 años. Si en Guanajuato, México, a donde tenía previsto llegar el viernes 23, quieren que hable de la violencia y la pobreza que azota la nación azteca, en Cuba su visita ha dividido a la oposición y el exilio. Las Damas de Blanco y la disidencia le han solicitado que les dedique un minuto de atención.
La respuesta de la Iglesia cubana es que su agenda está muy cargada. Pero siempre habrá un hueco para charlar con Fidel Castro. Si en lo político la visita del Santo Padre ha desatado polémica y en lo social apatía, súmele ahora que dementes, mendigos y ciudadanos sin papeles para residir en La Habana, desean que el Papa suba lo más rápido posible a su avión y vuele rumbo al Vaticano.
Si en algo coinciden mendigos y disidentes de barricada es que esta visita papal les ha traído más inconvenientes que beneficios.
Iván García
Foto: AFP. Tomada de El Universal de Caracas.