Los totalitarios no creen en el azar. Ellos planifican sus itinerarios y dejan ocultos los desvíos. Son tenaces y tienen una noción bien definida de la inmortalidad. Eso los hace previsibles y aburridos.
En Nicaragua, con las elecciones presidenciales en noviembre, ya se sabe que va a continuar en el poder Daniel Ortega. La intriga, la duda, el misterio que se discute en las salas de las casas y en otros sitios protegidos y seguros es la identidad de sus sucesores en los próximos años. En las elecciones que tiene por delante el siglo.
Lo que se habla en los vecindarios, el curso de las apuestas de los bares y las esquinas, aún no son reflejos en la prensa, pero algunos intelectuales ya publican sus vaticinios. El novelista Sergio Ramírez no vislumbra sucesor para instaurar una dinastía, ni a la esposa del presidente, Rosario Murillo.
Para el escritor, el señor Ortega «tratará de reelegirse tantas veces quiera». La poeta y periodista Gioconda Belli tiene una visión más plural. Asegura que basta escuchar los discursos de Ortega y Murillo para comprender que no tienen dudas de que la familia está destinada a regir los destinos del país por el tiempo que sea necesario. «Y si Somoza tenía dos hijos», escribe, «Daniel tiene ocho».
Raúl Rivero
El Mundo
Foto: AP. Dos obreros retiran en Managua una propaganda del candidato Daniel Ortega.