A las nueve de la noche del sábado 12 de agosto, cuando una multitud se concentraba en la Plaza Roja de La Víbora, al sur de La Habana, para ver el concierto de David Blanco, de repente comenzó a llover y la gente corrió a refugiarse en los portales cercanos.
A la entrada de la explanada, delimitada por barandas metálicas, una docena de policías chequeaban a las personas con dispositivos electrónicos para que nadie entrara con armas blancas o botellas de cristal. En las calles aledañas, fueron parqueados dos camiones con refuerzo policial. En dos quioscos ambulantes se vendía cerveza importada entre 145 y 180 pesos y entrepanes a más 250.
El bailable, según la prensa estatal, era para conmemorar el 97 natalicio del dictador Fidel Castro. “Además de las actividades organizadas por las direcciones de los partidos provinciales y nacional, a los directivos de los partidos municipales les orientaron que prepararan fiestas, ferias gastronómicas o agropecuarias y otras actividades, de acuerdo al presupuesto local. No hay prespuesto para reparar las calles ni eliminar los salideros de agua, pero para recordar la muerte de Fidel aparece el dinero debajo de la tierra. Solo en pagar los honorarios de David Blanco y sus músicos se gastaron más de 200 mil pesos”, cuenta a Diario de Cuba un funcionario del partido comunista.
Cuando escampó y tras cinco horas de concierto y música grabada, matizadas con las broncas de siempre, la policía detuvo a más de 200 personas. “Se los llevaban en ómnibus. No hay guaguas para el transporte urbano, pero en estos fetequnes aparece el combustible”, comentó el custodio de una escuela cercana a la Plaza Roja.
Al amanecer del domingo 13 de agosto, mientras los operarios limpiaban, recogían las latas vacías de cerveza y desmontaban los tenderetes portátiles, varios camiones cargados con viandas y frutas parquearon en la Plaza Roja. Enseguida se armó una cola. “Señores, no empezamos a vender hasta las siete de la mañana”. La gente preguntaba por el camión de las carnes, de puerco o pollo.
“¿Y la proteína que volá?”, indagaba Mario, jubilado, con su jaba al hombro. Lo más parecido a la carne que se vendió fueron huesos de cerdo y un picadillo con olor repugnante que ni siquiera los expendedores podían confirmar su procedencia. “Estoy seguro es que de origen animal”, dijo un vendedor. “A la gente no le importaba si era de pollo o de búfala. El picadillo voló. Por el camino que vamos, si Díaz-Canel sigue al frente del país, nos comeremos unos a los otros”, contaba un vecino del barrio que no pudo comprar nada.
Idania, ama de casa de 65 años, tampoco alcanzó nada en la feria en saludo al cumpleaños del difunto. Con un calor de espanto salió a comprar pan y ver si conseguía una mano de plátanos de fruta para sus nietos. “La cola del pan estaba perretúa. Compré dos flautas del pan caro, a 80 pesos cada barra. Un aguacatico chiquitico me costó 120 pesos en el agro, platanitos no había. Todo el mundo andaba con cara de malo. Nadie se acordó del cumpleaños de Fidel. Los cubanos no quieren saber de él . Esa campaña es cosa del periódico Granma y el noticiero de televisión. Mencionarle al susodicho a los cubanos de a pie se ha convertido en un signo de mala suerte”.
Desde dos semanas antes del 97 natalicio de Castro, los medios oficiales iniciaron su barraje propagandístico. Al mejor estilo de Corea del Norte. Según Elsa, oficinista de una empresa electrónica, “tuve que actualizar el mural con fotos y frases del comandante sobre nuestro sector. Le dije a mi jefe, ‘qué rayos podía saber Fidel de electrónica’ y me respondió: ‘Muchacha, eres muy joven. El hombre sabía de todo, desde ganadería hasta meteorología. Pensé que era una broma”.
En un parque del municipio Diez Octubre, sin previo aviso, en la mañana del 12 de agosto dos payasos con sus ropas de colorines y zapatones grotescos dieron un espectáculo gratis para los niños de la zona. “Fue muy gracioso, pues cuando el payaso contó que esa fiesta era por el día internacional de la juventud y el natalicio de Fidel, muchos niños pensaron que el payaso se llamaba Fidel”, cuenta una madre.
Ese mismo día, a las diez de la mañana, el amanuense Alberto Alvariño presentaba el libro Una deuda impostergable, un homenaje literario al autócrata cubano. El sitio escogido fue el Centro Fidel Castro, antigua mansión situada en El Vedado que ocupa una manzana completa y cuya remodelación habría costado más de 20 millones de dólares. Relativamente cerca del lugar, en una sala del Memorial José Martí, uno de los mandamases del partido comunista, Roberto Morales Ojeda, presidió la inauguración de la exposición ‘Las manos de Fidel’.
El surrealismo no se detuvo. Santeros y devotos leales al régimen hicieron una misa recordando ‘al máximo líder’. Aunque para la mayoría de la población Castro ya es pasado, las autoridades intentan ‘perpetuar en la memoria del pueblo su grandeza’.
Leyanis, 21 años, explica que cuando empezó a razonar y pensar, ya Fidel se había retirado. «Veo sus imágenes en la televisión y me resulta patético, con esa ropa militar tan calurosa. Sus discursos con el pueblo aclamándolo me recuerdan los documentales de Hitler en Alemania. Los últimos videos que vi de Fidel eran de un viejo decrépito. Entiendo que sus familiares y partidarios deseen venerarlo. Pero con la que está cayendo en Cuba, donde cada vez vivimos peor, esa exaltación a toda hora le desagrada a mucha gente”.
Los nuevos administradores del país aún no ha aprendido a gobernar con criterio propio. Andan con el cadáver de Fidel Castro a cuestas, en un intento por camuflar su mediocridad política. La evocación constante a Castro y el derroche de dinero del erario público en campañas de propaganda, provoca molestias en amplios segmentos de la población.
“Si un tipo que lleva casi siete años muerto es la referencia de lo debemos hacer, entonces es mejor que el gobierno renuncie. Sin comida, sin dinero ni medicamentos, es muy difícil inmortalizar a Fidel”, expresó un señor que llevaba tres horas en la cola de un cajero en un banco habanero. Lo más sensato es dejarlo descansar y reconstruir el desastre que generó.
Iván García
Foto: Una calle en Cuba. Tomada de la web de RTVE.