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Mi madre en su terruño de Baracoa - Rolando Rodríguez Lobaina 300x620
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Mi madre en su terruño de Baracoa

Mi madre se llama Dignorah Rosa Lobaina Cádiz y vive en una casita muy humilde en Baracoa, la Ciudad Primada, como es conocida, porque fue la primera villa descubierta por los españoles el 15 de agosto de 1511. Hasta hace poco, el techo era de guano, más fresco y apropiado para el clima de Cuba y sobre todo de las regiones orientales, con un sol que raja las piedras. Ahora el techo es de zinc, que da más calor.

Mamá nació en Baracoa en 1934 y para mí y mis hermanos es una heroína. Ella es el prototipo de mujer cubana de campo, condenada a vivir en la miseria. Educada por mi abuela Justina con los prejuicios de la época, salió de su manto para unirse a mi padre, Anselmo Ramón Rodríguez Azaharez, también oriundo de Baracoa. Con él trajo al mundo siete hijos: María Isabel (1959), educadora; Ricardo (1960), albañil; Alfredo (1962), ingeniero mecánico, Fernando (1963), sin oficio; Néstor (1965), técnico medio electricista, hoy cocinero; Ernesto (1967), chofer y yo, el menor, nací en 1969 y soy ingeniero informático.

Mi padre, hombre recto y honrado, era hijo de un soldado del ejécito de Fulgencio Batista. Cuando joven fue secuestrado por rebeldes (integrantes de la guerrilla organizada por Fidel Castro en las montañas de la Sierra Maestra). Lo llevaron a la zona de Moa y al ser prisionero, lo obligaron a abrir huecos y trincheras. Mi abuelo José Andrés era muy listo: detuvo a la esposa de un rebelde, propuso canjearlos y consiguió que lo soltaran.

Durante el castrismo, mi padre trabajó 35 años en la construcción, pasó por todos los oficios hasta superarse y convertirse en proyectista. Llegó a ser jefe de obras, dirigió junto a un soviético (ruso) el levantamiento del poblado de Birán, donde nacieron los Castro. También construyó notables e importantes obras en Camagüey, Santiago de Cuba, Guantánamo y en su natal Baracoa, donde terminó su vida laboral.

Yo nací en un apartamento, ubicado frente al estadio de béisbol Manuel Fuentes Borges, casi a la orilla del mar. Ese apartamento era producto de un intercambio que le hizo la dictadura por la casa colonial que mi familia paterna había heredado de sus ancestros en La Punta, zona céntrica de la ciudad de Baracoa.

En ese cambio, papá salió perdiendo: tenía que pagar el alquiler mensual de su nueva vivienda y que todavía hoy, inexplicablemente, sigue pagando. Un apartamento cuya estructura interna no sirve, las tuberías no funcionan. Recuerdo no haber usado nunca la ducha cuando niño, siempre tuve que bañarme con un cubo y un jarrito. También recuerdo que como el apartamento estaba en un tercer piso, con solo 8 años cargaba agua como un trastornado, desde los bajos del edificio, donde estaba la cisterna, hasta la tercera planta.

Por la actividad política opositora que mi hermano Néstor y yo comenzamos a realizar desde jóvenes, en dos ocasiones, en 2008 y 2010, la jefatura local del Ministerio del Interior ordenó atacar brutalmente con piedras el apartamento. En la última agresión, destrozaron la puerta del balcón. Dentro, en la sala se encontraban la hija de Néstor de 8 años y la mía de 3. De milagro, a las niñas no les pasó nada, pero por nuestro activismo político fuimos enviados a prisión.

Mi padre hizo múltiples gestiones en el Instituto de la Vivivenda y la Fiscalía, entre otras insttituciones municipales, pero ninguna asumió la reparación de los daños causados. En 2011, por el 500 aniversario de la fundación de Baracoa, el gobierno local emprendió una reparación cosmética en las fachadas de las casas e inmuebles situados en la calle principal de la ciudad, que sería visitada por turistas y personalidades nacionales y extranjeras. Entonces quisieron arreglar el apartamento, pero mi papá no aceptó. Mi padre aún vive y se cuida como gallo fino.

Nací en 1969 y cuando yo tenía un año, mis padres se divorciaron. Era el hijo menor y hasta los 11 años viví con mi madre en ese apartamento. Mi padre siempre estaba fuera por su trabajo. En el verano es cuando nos podíamos reunir los siete hermanos, pues todos estaban becados, en Moa, Santiago y Guantánamo. Mamá me crió lavando y planchando ropa para los vecinos. Después de varios años, ella le dejó la casa a mi padre y se fue a vivir a Duaba, cerca de donde desembarcaron Antonio Maceo y Flor Crombet, en 1895. De mutuo acuerdo, los dos acordaron que yo quedara al resguardo y custodia de mi papá, porque tenía la escuela frente al domicilio.

Cuando todos sus hijos estábamos en proceso de formación, empezó la odisea y desandar de nuestra madre. No se sabe cómo, mientras mamá se encontraba en Guantánamo, para estar con un hermano mío enfermo, le quemaron su casa. La dejaron sin nada. Comienza a vivir de casa en casa, con personas solidarias que la ayudaban. Así vivió muchos años, que ni exactamente sé pues coincidieron con mi traslado a La Habana, donde estudié ingeniería y me quedé dos décadas viviendo en la capital. Finalmente, entre todos los hijos logramos comprarle la choza donde actualmente reside, en una zona de campo, de difícil acceso, pero no demasiado lejos de la ciudad de Baracoa.

A sus 86 años, su salud no es buena, con mil achaques propios de la edad. A propósito del Covid-19, la última vez que hablé con ella por teléfono, me dijo que no había nada de comer por aquellos lares. Resiste al paso de tiempo que el destino le impuso, donde le tocó vivir dos dictaduras, la de Batista y la de los Castro, esta última peor que la anterior. En el castrismo, ningún trabajador con su salario puede ahorrar dinero y comprarse una casa.

Todos los cubanos nacidos en la Isla tienen historias similares a las de mi familia. Historias que hay que escribir y contar, para que las nuevas generaciones no olviden cómo vivieron sus seres queridos. En este Día de las Madres, he querido recordar a Dignorah Rosa Lobaina Cádiz, una baracoesa que a pesar de sus durísimas condiciones de vida, siempre ha sido tratada con mucho cariño y respeto por sus siete hijos y sus trece nietos.

Rolando Rodríguez Lobaina
Activista político, periodista independiente y director de Palenque Visión.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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