Cuba ha tenido toda la vida una palabra especial -un concubinato de calidez y condescendencia- para designar los territorios del mapa que están fuera de La Habana que es, en aquel país, el centro del mundo, una ilusión pura y un sueño que se puede tocar. Hablo del vocablo interior. Así, con esa remisión de intimidad y cercanía que le cierra el camino a cualquier extravío discriminatorio.
En esas ocho letras entra lo mismo Bejucal que Vieja Bermeja; Chambas y Artemisa; Rodas y Babiney; Caimito y Gíbara; Bolondrón y Chivirico; Florida y Remates de Guane y, cómo no, San Antonio y Maisí.
El interior convierte en guajiro a la inmensa mayoría de los ciudadanos cubanos si hacemos caso de las fronteras de la capital que trazaba -con humor y un desdén estudiado- un veterano escritor natural del Vedado. El campo, el verde, decía, empieza en esta isla a partir de la calle Infanta, por una parte. Y en 23 y 12, cerca del Cementerio de Colón, por la otra.
La oposición pacífica al régimen cubano ha tenido siempre presencia, de mayor o menor incidencia, en toda la geografía, aunque el centro de los grupos, partidos, asociaciones y brotes de la sociedad civil hayan tenido más asiento y relieve en la capital.
Lo que pasa es que en los últimos meses la gestión de esa zona de la sociedad cubana se ha ampliado y extendido y, sin relegar, por ejemplo la actividad de las Damas de Blanco, el periodismo independiente, los blogueros y otras individualidades, se ha hecho fuerte, ha ganado notoriedad en Santiago de Cuba y municipios aledaños, en Placetas, Camagüey, Santa Clara y Matanzas.
El sentimiento de rebeldía desbordó definitivamente las talanqueras capitalinas y ha invadido unas regiones donde resuena el liderazgo de José Daniel García Ferrer, José Luis García Pérez (Antúnez), Guillermo Fariñas, Librado Linares, Ángel Moya Acosta y Guido Sigler Amaya, entre otros.
Los medios de prensa, poco a poco, mediante la nueva tecnología, y a pesar de las presiones del miedo distribuido sin libreta de racionamiento a los corresponsales extranjeros, han tenido que abrir sus páginas a nuevos nombres de opositores y a las imágenes de atropellos, acciones represivas, arrestos arbitrarios y de mujeres golpeadas y perseguidas tanto en La Habana como en el centro y en el oriente del país.
La cifra de 563 detenciones por motivos políticos en el mes de septiembre de este año está relacionada con esa expansión de protestas y reclamos. Se han intensificado y arraigado en sitios donde la inconformidad y la indignación habían permanecido acallados por la fuerza.
La frustración, el desencanto y la desesperanza no tienen muros ni cercas. Entran como Pedro por su casa tanto en una residencia de La Habana como en un bohío en las afueras de Guantánamo. Y sólo la voluntad de los hombres las saca de ahí.
Raúl Rivero
El Nuevo Herald
Foto: Panizo Gallery. Placetas, municipio de Villa Clara, en el centro de la isla.