Me ha dado gran alegría descubrir en esta foto a la doctora Lydia Lima Valdés (la mujer de la raza negra, la segunda de izquierda a derecha, en la primera fila). Ella es la esposa de Arnaldo Ramos Lauzurique, economista de profesión, condenado a 18 años de privación de libertad en abril de 2003.
Lydia fue las poquísimas personas a quien dije que iba a emigrar a Suiza como refugiada política, en noviembre de 2003. Su casa, frente al Parque La Normal, en Centro Habana, quedaba a pocas cuadras del apartamento donde vivía Blanca Reyes, la esposa de Raúl Rivero. Y casi siempre que iba a visitar a una, visitaba a la otra.
En junio de 2003, todavía en Cuba, escribí El abuelo de Roxana. No aparece mi nombre, porque la Sociedad Interamericana de Prensa, para no ponernos en riesgo, en los primeros meses después de la oleada represiva, no ponía los nombres de los periodistas independientes.
Roxanita era la única nieta de Lydia y Arnaldo. Recuerdo que la última vez que visité a Lydia, para despedirme, le llevé, para la niña, una muñeca de mi nieta Yania, entonces con 9 años y ya a punto de cumplir 16. En agosto de 2007, cinco meses después de abrir mi blog, publiqué un post titulado Ay, Arnaldo.
Lydia quedó muy afectada por el encarcelamiento de su esposo y tuvo que adelantar su jubilación, en el hospital Clínico-Quirúrgico, donde trabajaba como médico especialista en Radiología. Ella y Arnaldo tuvieron dos hijos, varones los dos.
Quiera Dios que Arnaldo Ramos sea uno de los excarcelados. Además de problemas de salud, ya cumplió 68 años. Y si no lo sueltan, al menos que lo trasladen a Toledo u otro correcional en las afueras de la capital. Para que Lydia, sus hijos, su nuera y su nieta, no tengan que ir hasta el presidio de Nieves Morejón, en Sancti Spiritus, a 400 kilómetros de su domicilio.
También me alegra saber que esa foto, de las Damas de Blanco rezando el Padre Nuestro en la iglesia de Santa Rita, el domingo 23 de mayo, la tomó Martha Beatriz Roque Cabello, otra gran amiga mía.
Tania Quintero
Me sumo a tus deseos. Ojalá liberen pronto al marido de Lydia, como a los demás, claro.
Ojalá sea lo más pronto posible.
Grandes mujeres, muy delicado que la hayas recordado, un abrazo a todas, y a tí, por tu constancia.