De 1959 a la fecha, ese ministerio ha tenido los siguientes ministros: Julio Camacho Aguilera (1959-1960); Omar Fernández Cañizares (1960-65); Faure Chomón Mediavilla (1965-1970); Antonio E. Lussón Batlle (1970-1980); Guillermo García Frías (1980-85); Diocles Torralba González (1985-1989); Senén Casas Regueiro (1989-1996); Álvaro Pérez Morales (1997-2003); Carlos Manuel Pazo Torrado (2003-2006); Jorge Luis Sierra Cruz (2006-2010) y, desde mayo de 2010, César Ignacio Arocha Masid.
Casi todos militares, casi ninguno ingeniero. Tal vez Lussón no fue el peor, pero como fue el que más tiempo estuvo como ministro del Transporte, si en Cuba lincharan, los cubanos lo hubieran linchado. La gente en la calle decía: «Claro, como él anda todo el tiempo pa’rriba y pa’bajo en carro…».
Cuando en 1990 comenzó el período especial, que marcó el debut masivo de las bicicletas chinas y carretones de caballos en toda la isla, Lussón ya no dirigía el transporte. Por el contrario. Fue ministro en los años en que cubanos y soviéticos estaban de luna de miel, y en la bahía de La Habana siempre había fondeado un barco ruso cargado de petróleo.
En esa etapa, el embargo de Estados Unidos seguía vigente. Pero entonces nadie se acordaba del «bloqueo» y Fidel Castro no lo mencionaba. No le hacía falta. Eran los tiempos en que le mamábamos la teta a la vaca del Kremlin. La época cuando el oro negro nos llegaba por tubería.
Pero Lussón, como tantos otros jerarcas cubanos, despilfarró los recursos. Y, al igual que muchos dirigentes, aprovechó para acomodarse él y su familia. Cuando le pasaron la cuenta, en 1980, muchas historias de su buena vida circulaban por la capital. Pero nada pasó. Como casi nunca.
Sobre todo cuando se trata de «históricos» de la revolución. Ahora, Raúl Castro decidió reciclar al general de división Antonio Enrique Lussón, de 80 años. Acaba de nombrarle vicepresidente del Consejo de Estado, en sustitución de Jorge Luis Sierra, quien además ocupaba la cartera de Transporte.
Para los cubanos residentes en la isla, la buena noticia -si así se le puede llamar- es que Lussón no tendrá que lidiar de nuevo, al menos directamente, con las guaguas (ómnibus). Tampoco con los viejos ferrocarriles de pasajeros y de carga. Ni con la desfasada flota de aeronaves de la era soviética.
De eso se ocupará otro militar, mucho más joven, César Ignacio Arocha Masid, 51 años, hasta ese momento al frente de la dirección general de Alimentos a Granel, organismo con un nombre que nos hace recordar la moda socialista criolla, de vender cerveza y refresco a granel.
Antonio Enrique Lussón Batlle, nació en 1930 en Santiago de Cuba. Es diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio santiaguero de Songo-La Maya. A continuación, su perfil, tomado del periódico Granma.
Nivel escolar: Superior. Ocupación: Jefe de la Jefatura de Tropas Especiales de las FAR. Tomó parte en la lucha insurreccional y en la clandestina con el Movimiento 26 de Julio. Se incorporó al Ejército Rebelde en abril de 1958. Ese año fue ascendido al grado de Comandante y Jefe de la Columna Abel Santamaría en el II Frente Oriental. Luego del triunfo de la Revolución ocupó diferentes cargos en las FAR. Fue ministro de Transporte durante diez años. En 1980 se reincorporó a las FAR como jefe de División del Ejército Juvenil del Trabajo, en Camagüey. Cumplió dos misiones internacionalistas en Angola. A su regreso fue designado Jefe del Estado Mayor de Cuerpo de Ejército y ascendido a General de División en el año 2001. Ostenta el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba.
Según analistas y cubanólogos, es un «raulista» convencido. Así que tendremos a Lussón hasta
que muera. Él o Raúl Castro.
Tania Quintero