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Los Reyes ya no pasan por Cuba

Los Reyes ya no pasan por Cuba

En la noche del 5 de enero, víspera del Día de Reyes, después de caminar diez kilómetros vendiendo ristras de cebollas y ajo, Richel y su hermano Maikel (nombres cambiados) comieron un poco de arroz blanco, unas rodajas de tomates y un plátano fruta. Luego ayudaron a su madre a preparar las jabas que al día siguiente le llevarían al padre, quien cumple sanción penal en un correccional en el municipio Quivicán, provincia Mayabeque, a 30 kilómetros al sur de La Habana.

Richel, de 15 años y Maikel de 13 trabajan sin licencia del gobierno para ayudar financieramente en su casa. Residen en una desolada habitación en la zona antigua de la ciudad. Han tenido una infancia dura. Instruidos por sus padres, pedían dinero, chicles y cosas a los turistas extranjeros que pasaban por la Avenida del Puerto. Richel dejó la escuela hace dos años y Maikel va por ese camino.

La única distracción de los hermanos es jugar fútbol los fines de semana con un viejo balón en porterías improvisadas. Un vecin o le regaló a Maikel una camiseta pirata del Real Madrid con el número 20 en la espalda. El niño sueña con ser una estrella de fútbol y poder jugar en el nuevo Santiago Bernabéu. “Vinicius y la mayoría de los jugadores brasileños también eran pobres. Vivian en favelas y ahora ganan millones de dólares. ¿Por qué yo no?”, se pregunta Maikel en tono cándido.

Ninguno de los dos recibió regalos de los Tres Reyes Magos. “Eso no existe, los que compran los juguetes son los padres”, dice Maikel. Cuando usted conversa con ellos se da cuenta que se consideran adultos. Hablan de la niñez en pasado. Los muchachos del barrio llaman a Richel ‘el niño anciano’, por sus manos callosas. El 6 de enero, Día de los Reyes, lo pasaron ayudando a su madre a cargar las jabas de saco con pan tostado, azúcar y sobres de refresco instantáneo, lo único que pudieron conseguir para llevarle a la visita de su padre en Quivicán.

El sueño de Yamila, 14 años, es cantar o ser actriz de telenovela. Por eso una amiga de su madre le obsequió un micrófono plástico rosado. “Se pasa horas ante el espejo cantando. No sé si por ser negra, pobre o por mala suerte, mi familia nunca levanta cabeza. Han sido borrachos, maleantes, presidiarios. El padre de mi hija es mejor ni mencionarlo. Trato de ganar dinero honradamente. Dos veces a la semana, por 400 pesos al mes, limpio en una cafetería particular y en varias casas. Mi hija me ayuda. Casi todo el dinero se nos va en comprar comida”, cuenta Silvia, su madre.

Todos los domingos, Yamila limpia el apartamento de un matrimonio de la tercera edad que le han cogido cariño y la tratan bien. “Le pagan 600 pesos mensuales y le preparan una merienda cada vez que va. Con 14 años debería estar jugando con sus amigas, pero la situación económica nuestra es muy dura. Somos nosotras dos solitas y tenemos que echar pa´lante”, confiesa Silvia.

En Cuba van en aumento los casos de niños que trabajan para ayudar a sus familias. Transgrediendo las leyes nacionales, decenas, tal vez cientos o miles de adolescentes se convierten en aprendices de oficios remunerados o se prostituyen con la anuencia de sus padres.

En 14ymedio, desde la provincia de Holguín, a más de 700 kilómetros al este de La Habana, el colega Miguel García informaba del aumento de casos de mendigos en edad infantil. En el Consejo Popular Pueblo Nuevo, varios niños acuden a la paladar Bolas Bar a pedir dinero o comida. Al más pequeño le dicen El Gatico, porque se cuela por cualquier hueco, salta muros y aparece en los lugares más inesperados.

Según el reporte, una niña llamada Rosita, desde los 5 años pide dinero en las calles de Holguín. Sergio, dueño de una cafetería en Santiago de Cuba, a 957 kilómetros al este de la capital, apunta que además de pedir dinero o comida, “en Santiago han aumentado los adolescentes que roban, se drogan o se prostituyen. Las zonas céntricas de la ciudad, después de las once de la noche, es lo más parecido a un bayú. Es una pena ver a decenas de adolescentes que se han descarriado. Muchas veces sus padres los obligan a buscar dinero”.

Carlos, sociólogo, considera que “más allá de la terrible crisis sistémica, la inflación y escasez generalizada que vive el país, la pérdida de valores cívicos, familias disfuncionales, retroceso en la enseñanza escolar y asistencia social es lo que más impacta en esos niños y niñas que se ven obligados a trabajar. La mayoría de esos casos proceden de familias rotas. Las instituciones del gobierno tienen su cuota de culpa, porque a partir de enero de 1959, en su afán de moldear un hombre nuevo adoctrinado por el Estado, separaron a los muchachos de sus padres en edades muy tempranas, con los planes de las escuelas en el campo, entre otros. Intentaron sepultar antiguas tradiciones, como las Navidades y el Día de Reyes, acusándolas de burguesas. El régimen pretendió suplantar a la familia”.

El Estado paso a ser el dueño de todo. Del presente y el futuro de lo cubanos. El que premiaba o castigaba, de acuerdo a la conducta de sus ciudadanos. Al inicio, los juguetes también fueron administrados por las autoridades. El 6 de enero de 1959, Fidel Castro y un grupo de barbudos del Ejército Rebelde subieron a una avioneta y lanzaron juguetes en zona montañosas orientales.

El mensaje era simple y directo: ahora Castro era el rey mago. El Ministerio de Comercio Interior comenzó a distribuir tres juguetes en edades comprendidas de cero a trece años. Pero con la desaparición del comunismo soviético y sus multimillonarios subsidios, Cuba aterrizó de bruces en una dura realidad. El sistema estatal era incapaz de producir bienes suficientes.

Con la decadencia del castrismo, regresó la fe a los templos y se recuperaron costumbres como la Nochebuena, Navidad y el Día de Reyes.

Zoila, 74 años, recuerda cómo sus padres les situaban juguetes a sus hermanos por toda la casa cada 6 de enero antes de 1959. «Era muy hermoso. El día más esperado por todos los niños. Intentábamos ser estudiantes aplicados para que los Reyes nos trajeran juguetes. Aun recuerdo mi primera muñeca y cuando a los 5 años me regalaron una bicicleta Niágara. Nunca he sido más feliz. Por eso cada Día de Reyes le compró regalos a mis nietos”.

Lianet, madre dos hijos, intenta mantener esa tradición. “No te puedo describir la emoción que se siente. Desde que los niños hacen la lista con juguetes imposibles de comprar en Cuba, hasta la víspera del Día de Reyes con toda la familia escondiendo por la noche los juguetes debajo de su cama. El gobierno, con su mediocridad, no va matar la ilusión de mis hijos”.

Pero las familias que pudieron comprarle juguetes o regalos a sus hijos el sábado 6 de enero fue una minoría en la Isla. Serguei y su esposa sacaban cuentas una y otra vez en la calculadora de su celular antes de pagar algunos juguetes en una tienda privada en el municipio Diez de Octubre. “Hemos gastados 60 mil pesos (225 dólares al cambio en el mercado informal) en juguetes para los muchachos”.

Ese sábado, después de visitar en la cárcel al padre, Richel y su hermano Maikel salieron a vender ristras de ajo por las calles. Ni Melchor, ni Gaspar ni Baltasar pasaron por su casa.

Iván García

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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