Desde La Habana

Lo que come un preso cubano

En los últimos meses, la alimentación de los presos en la prisión de Guanajay se puede calificar de dramática. Cada día que pasa va de mal en peor.

En el desayuno continúan suministrando un pan viejo y aplastado como una galleta y un líquido semitrasparente insípido e inodoro, parecido al agua no potable que ingerimos diariamente.

Muchas veces en las comidas el arroz está semicrudo. Casi todos los días dan una sopa que es un líquido turbio, sin fideos, carne o vianda.

Cuando reparten un pestilente picadillo de «carne», viene mezclado con escamas y otras inmundicias de un pescado de agua dulce llamado tenca, en ocasiones echado a perder. Los presos que lo consumen, por no tener otra opción alimenticia, padecen de incontrolables diarreas.

Frecuentemente en las comidas sirven también el detestable picadillo de soya, compuesto por una soya teñida con un color rojizo, que no se asemeja a ninguna carne ni a los desperdicios de ningún ganado.

El picadillo de soya hace días lo dan mezclado con abundante agua, en ocasiones se encuentra ácido y también ha provocado brotes diarreicos.

El diminuto pan, similar al del desayuno, que lo daban como merienda a media tarde, ha sido reducido a la mitad. Los presos lo han bautizado «media cara», un personaje de animados cubanos.

De postre, casi siempre dan una «natilla», consistente en un engrudo aguachento de harina de trigo, con apenas dulzor y mucho menos sabor.

De manera excepcional reparten mermelada de mango, zanahoria o guayaba, procedente de una vieja y pequeña fábrica ubicada en la prisión, donde laboran seis reos. Cuando no la pueden comerciar por haberse fermentado, es cuando se la dan a los presos.

En la alimentación carcelaria ha disminuido la entrega de los aguados potajes de frijoles, que cuando uno se encontraba un grano gritaba Eureka!

En su lugar, han optado por dar congrí (arroz con frijoles), pues de esta manera evitan las contantes quejas por los potajes aguados y sin granos.

Pero sobre todo, porque favorece el desproporcionado robo por parte de las autoridades penitenciaria de arroz blancos y los frijoles crudos, pues cuando reparten congrí, la ración debería ser superior a la que normalmente deben suministrar de arroz blanco. Sin embargo, jamás dan esa cantidad, lo que facilita la apropiación de considerables cantidades de los referidos productos.

Todos los alimentos son sancochados y nunca tienen grasa, condimentos y sal. Las viandas y vegetales hace rato se esfumaron de la dieta de los presos cubanos.

Esa lamentable situación se recrudece por el robo de raciones, por parte de las pandillas organizadas y dirigidas por las autoridades penitenciarias, para reprimir en los destacamentos a otros reclusos.

Esas bandas, inexplicablemente, son las que distribuyen los alimentos. A ellas les toleran disminuir aún más las cantidades establecidas, para que los encarcelados puedan saciar su hambre con algo más de sancocho. También les permiten vender una parte de las raciones, para lucrar como pago de sus diabólicos servicios como represores.

Los lamentos de los presos se escuchan por doquier. Algunos manifiestan que los están matando de hambre. Otros refieren que el ruido de sus tripas, por estar vacías, no los deja dormir.

Efrén Fernández Fernández*

* Nació en la ciudad de La Habana, en 1963. En abril de 2003 fue condenado a 12 años de privación de libertad. Miembro del Movimiento Cristiano Liberación, Efrén fue uno de los seis prisioneros políticos acercado a sus domicilios el 12 de junio, en este caso de la cárcel de Guanajay a una en la capital.

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