Bajo un intenso aguacero, dos perros sin dueños buscan sobras de comida en una montaña de basura depositada en una calle interior de la barriada de Santos Suárez, municipio Diez de Octubre, al sur de La Habana.
En una ruinosa bodega estatal de la acera de enfrente, un grupo de personas con capas y botas de gomas esperaban para comprar el arroz y el azúcar que se vende por la libreta de racionamiento. Otros vecinos desafiaban las inundaciones en las calles y hacían cola para comprar el pan por la libre. Una empleada anunciaba que “debido a las inclemencias del tiempo, no era seguro la última tirada de pan. Por favor, no molesten” y de un tirón cerró la rejilla del puesto de venta.
La gente no se marchó. Ni caso le hizo. “Te dicen eso para que las personas se vayan y vender el pan por la izquierda a mayor precio”, dijo un anciano enclenque. Un tipo en tono pendenciero apuntaba: “Si se hacen los cabrones me cuelo en la panadería y cargo con todo el pan que vea. Basta ya de mariconá. Esto es fuego. No voy a dejar que mis hijos pasen hambre”.
En una cuartería situada en la Calzada de Diez de Octubre entre Carmen y Vista Alegre, las lluvias provocaron el desplome parcial del techo. Liudmila, 56 años, la propietaria, comenzó a guardar en cajas de cartón sus pertenencias ante la amenaza de derrumbe. Los vecinos le ayudaron a trasladar el refrigerador, un vetusto televisor de tubos catódicos y las cazuelas de cocinar a la casa de una amiga. El pronóstico de todos era que la precaria vivienda iba a colapsar.
“Vivo con esa zozobra cada vez que llueve o pasa un ciclón por La Habana. Mi cuarto está declarado inhabitable hace veinte años. Parece que se va a caer, pero no se cae. Resiste los temporales, aunque siempre se desprende un trozo del techo o de una pared. Se va cayendo por pedazos. Como Cuba”, dice. Y comenta que los funcionarios de Vivienda le han hecho mil promesas que nunca cumplen. «Me han dicho que me van dar un apartamento en el reparto Bahía o que ya me aprobaron los materiales con los cuales podré construir una casa. Un cuento tras otro. Si no reparo el cuarto por mis propios medios, un día soy noticia porque un derrumbe me mató».
Una fuente consultada por el periódico independiente 14ymedio, dijo que hasta el viernes 21 de junio, las recientes lluvias causaron al menos 19 derrumbes parciales en La Habana, con el saldo de un fallecido y varios lesionados tras desplomarse una pared en una casa ubicada en la Calzada del Cerro, entre Patria y Carvajal. Diario de Cuba reportaba que en apenas 24 horas, la provincia de Matanzas, a unos 100 kilómetros al este de la capital, ha sido escenario de dos derrumbes, por suerte sin víctimas mortales ni heridos.
Kenia, madre de dos hijos, reside en el municipio Arroyo Naranjo, al sur de la ciudad, y cada vez que llueve tiene que colocar varios cubos plásticos y vasijas en la sala de su casa donde cae el agua que se filtra del techo. “Fíjate si las lluvias han sido intensas, que con el agua que acopio de las goteras me alcanza para descargar el baño y limpiar la casa. La preocupación es que estemos durmiendo y nos caiga el techo en la cabeza”.
Hace ocho años, asistencia social le asignó a Kenia un poco de cemento, tejas e impermeabilizante de techo. «También un albañil y su ayudante para resolver el problema de las goteras. Vino hasta la televisión cuando terminaron varias aceras, pusieron luces en la calle y repararon dos o tres casas de la zona. Pero el trabajo fue una chapuza. A los pocos meses volvieron las goteras. Los azulejos de la cocina se despegaron y las paredes comenzaron a cuartearse con el primer aguacero. Aquí en Cuba todo es propaganda”, apunta Kenia.
Eduardo, ingeniero, residente en Guanabacoa, al suroeste de La Habana, considera que lo que están pasando los cubanos es una especia de guerra psicológica entre las autoridades y la población. «Casi nada funciona excepto la represión: si protestas enseguida te meten preso. Donde vivo no asfaltan las calles hace tres décadas. Tampoco reparan los salideros de agua y no hay luces en las calles. El 70 por ciento de las casas del barrio están en regular o mal estado constructivo. Desde 2006 estoy solicitando materiales de construcción para reparar mi casa. La respuesta siempre es la misma, que espere o no tienen presupuesto. Estas lluvias de junio no solo ha empeorado la situación, por las filtraciones en el techo y las paredes de la casa, ahora toda las calles se inundan porque no recogen la basura. Para más desgracia, tenemos apagones constantes y llevamos diez días sin agua. Es un calvario vivir en Cuba”.
Eduardo asegura que ha “utilizado todos los canales para que me expliquen por qué no hay agua en varias zonas de La Habana. Nadie me da una respuesta coherente. Todo es baba y peloteo. Cuando hay sequía, se justifican por la falta de lluvia. Cuando llueve, culpan a los aguaceros de dañar el acueducto. No hay quien entienda a esta gente (las autoridades)”
Según un funcionario de Aguas de La Habana “las causas de los problemas de abasto de agua en la capital han sido diversos. Primero fue el déficit de combustible para bombear aguas a diferentes localidades habaneras. Y hace nueve días fue a causa una rotura en la Cuenca Sur. Cuando ayer sábado se concluyeron los trabajos, se volvió a producir una avería en la tubería de 78 pulgadas que impidió reanudar el servicio de abasto de agua”.
La población se queja que el servicio comunal no recoge la basura y esto provoca que los desechos arrastrados por la lluvia tupan las alcantarillas y desagües de la ciudad. “Vivimos rodeados de mugre”, afirma Guillermo, vecino del barrio de Luyanó, mientras señala con su mano el basurero de la esquina y las latas y papeles que la gente tira en la calle. “Hace ocho días que no entra el agua y hace una semana que no pasan a recoger la basura. Le hediondez es inaguantable porque hay personas que tiran a la basura bolsas de nailon con heces fecales. Es como si viviéramos en la edad primitiva”.
Incluso en urbanizaciones donde suelen vivir familias pudientes, como Vedado, Nuevo Vedado o Miramar, existen salideros de agua y debido a la negligencia de servicios comunales se acumula la basura, provocando inundaciones en algunos sitios. O suceden derrumbes, como el acontecido recientemente en un inmueble del municipio Playa, al oeste de la capital.
El calor del verano, las lluvias y cualquier otra contingencia natural deja en evidencia la pésima gestión de los servicios básicos por parte de las autoridades locales en La Habana. El régimen asegura que Cuba no es un Estado fallido. Pero va por ese camino.
Iván García
Foto: En una esquina habanera. Tomada del Facebook de Nelson Ricardo Sierra.