Desde La Habana

Leer a Havel en La Habana

«En 1968, lo que nos llegó a Cuba de la primavera de Praga fue muy poco. La información hablaba de un sabotaje de los enemigos de la Revolución y sólo algunos intelectuales que ya estaban muy descontentos con el rumbo que tenían las cosas en Cuba, estoy hablando de Guillermo Cabrera Infante o de Heberto Padilla, supieron entender lo que estaba pasando en Checoslovaquia. Fue, muchos años después, cuando la oposición al castrismo se hizo más visible en los años 90, cuando Vaclav Havel se volvió un referente para muchos de nosotros. Sus libros, ‘Cartas a Olga’ y ‘El poder de los sinpoder’ circulaban por todas partes».

Así recuerda Raúl Rivero, periodista, poeta, disidente cubano y colaborador de El Mundo, la influencia del recién fallecido Vaclav Havel en los intelectuales de su país que, igual que el poeta checo, vivieron la llegada del socialismo a su país y la corrupción de su programa político. «¿Que si siento ahora que el ideario de aquella primavera [humanizar el comunismo] era un poco naíf? No, no… Lo que siento es un respeto enorme por todos ellos».

Rivero, como Havel, pasó por la prisión perseguido por ejercer la libertad de expresión. Cuando fue liberado y llegó a España, el cubano viajó a Praga y se encontró con Havel. «Tuvimos dos entrevistas. Fue un hombre muy cariñoso que estaba muy al tanto de lo que ocurría en Cuba. Era muy reflexivo, el típico intelectual que hablaba en voz baja, con mucho poso de cultura y mucha ironía en todo lo que decían». ¿Compararon sus experiencias en las cárceles? «Sí. Él, sobre todo, insistía en el esfuerzo que había que hacer para no dejarse volver loco, no dejar de meditar ni perder el sentido de las cosas».

¿Y del rencor que puede quedar después de ser encarcelado en circunstancias así? «También… Havel decía que había que ser radical con las estructuras, eliminar todos los mecanismos que el comunismo había dejado. Pero que con las personas había que ser generoso».

Luis Alemany, El Mundo
Foto: AFP. Vaclav Havel y Raúl Rivero en 2005, en Praga.

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