Desde La Habana

Lecciones finales

Es verdad que cada Gobierno tiene su tiempo y su ritmo. Lo que pasa es que en las dictaduras totalitarias se ordena todos los días el atraso general de los relojes (incluidos los de los campanarios), y la cadencia que marca el paso de la vida, por mucho que se disfracen los músicos y se cambien los instrumentos, tiene siempre el susurro de las marchas fúnebres.

Con esa atmósfera de manecillas forzadas por decreto y un fondo musical lúgubre y lento, ha comenzado el mes de julio en Cuba. Allí, se anuncian cambios, van y vienen gestiones diplomáticas, se habla de aperturas democráticas, de conversaciones secretas, diálogos fructíferos y viajes arreglados. Pero lo único que se publica en la prensa oficial es un adelanto del obituario del periodista independiente Guillermo Fariñas.

El hombre inició, el pasado marzo, una huelga de hambre para reclamarle al Gobierno la libertad de 26 presos políticos que están enfermos en las cárceles. Ahora, mediante una entrevista con el médico que lo atiende en el hospital donde agoniza, se dan detalles de su estado físico con el objetivo de las autoridades de curarse en salud.

El documento es excepcional. Una lección profesional del trabajo en cuidados intensivos, una descripción del entorno y la atención a la espiritualidad de un paciente que no desea alimentarse. Y ni una sola palabra sobre la identidad de Fariñas, su profesión o su vida. Ni una letra sobre el motivo que lo impulsa a tomar la decisión de negarse a comer.

Es una pieza que se estudiará pronto en las escuelas de periodismo porque tampoco se dice que el individuo está en huelga de hambre. Se trata de un paciente que ha decidido cambiar sus hábitos y no quiere ingerir alimentos por vía oral. Podía ser, por el nivel de abstracción y la distancia que toma la nota de la realidad cubana, la obsesión de un loco o de un tipo sin amor y sin porvenir.

Es escandaloso ocultar que Guillermo Fariñas se juega la vida, precisamente, por exigir la libertad de un grupo de prisioneros que están en peligro por no recibir atención médica adecuada.

La oposición pacífica y las Damas de Blanco reciben, con dudas y esperanzas, a los mediadores. Hasta ahora, el ruido de los aviones y las palmadas de los abrazos de viajeros de todos los colores a los representantes del Gobierno cubano, no han podido ocultar la resonancia de la marcha fúnebre que, hace cuatro meses, acompañó al cementerio al preso político Orlando Zapata.

La información sobre Fariñas recuerda esa música.

Raúl Rivero

Foto: EFE. Damas de Blanco y de Apoyo desfilando el domingo 4 de julio por la Quinta Avenida de Miramar.

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