Después del circo electoral, en las horas que le siguen a la culminación de esa obra de teatro bufo, la mayoría de los cubanos que viven en la Isla y la de los que llevan su existencia fuera de su país -exiliados o en la búsqueda de la esencia de la palabra porvenir-, saben a ciencia cierta que no pasará nada. O, lo que es peor, pasará de todo y seguirá su curso fatídico la parafernalia que acompaña al socialismo con sus dos factores claves: la ausencia de libertad y la ruina económica.
Ése es el destino que el partido único ha designado para la sociedad cubana y, aunque la propaganda que hacen los medios oficiales hable con discreción de cambios y evoluciones, la gente tiene la certeza de que el castrismo no entrará voluntariamente ni siquiera en trasformaciones superficiales porque la inmovilidad y el estatismo son sus mecanismos naturales para mantenerse en el poder.
Los llamados comicios fueron, entonces, otro momento del guión que sigue el castrismo en su empeño por imponer sainetes y acrobacias a la población, mientras ellos se eternizan en el lujo y el bienestar que alcanzan, no hay que olvidarlo nunca, gracias a los cañones de las pistolas y las torretas de los tanques, a las urnas de cartón que cuidan los niños en lo que debían ser colegios electorales.
Hasta ahora, ese dogma les ha dado resultado y es por ello que la élite mantiene su palabrería. Es el centro de un discurso envejecido y trivial que cierra las vías a los cubanos que sueñan con un instrumento para reavivar la sociedad. Para quienes pudieron tener alguna esperanza (o algún delirio) sólo hay que atender a lo que dijo Miguel Díaz Canel, quien según todos los vaticinios, será el relevo de Raúl Castro el próximo mes de abril.
El hombre dijo, poco después de votar en la ciudad de Santa Clara, que la jornada electoral sirve de “homenaje a la obra de Fidel Castro y como compromiso con la Revolución, el Socialismo y un apoyo a Raúl. Esos ingredientes resultan esenciales para mantener nuestra fortaleza, sobre todo en un contexto de continuas agresiones y deterioro de las relaciones con Estados Unidos, producto de una administración que ofende a Cuba y aprueba medidas que perjudican a millones de cubanos y norteamericanos.”
Díaz Canel explicó que las elecciones han sido un “proceso de tranquilidad y de participación ciudadana que demuestra, que seguimos defendiendo la revolución y que este país sigue siendo libre, soberano y sobre todo socialista.” Ya está.
Desmonten el escenario, guarden las urnas, bajen los trapecios. Y llévense los payasos hasta que hagan falta otra vez.
Raúl Rivero
Blog de la Fundación Nacional Cubano-Americana.
Foto: Vendedora de escobas en La Habana. Tomada de un fotorreportaje publicado en Havana Times el 8 de marzo, día internacional de la mujer.