Desde La Habana

La Víbora, mi patria chica

La jerga burocrática y partidista de mi país lo denomina Consejo Popular Víbora. Es mi barrio. Un trozo de geografía, que abarca por un lado, desde la Avenida de Acosta, hasta Santa Catalina, y por el otro desde la Calzada de 10 de Octubre -la otrora Jesús del Monte, que el poeta Eliseo Diego inmortalizara- hasta Mayía Rodríguez.

Forma un cuadrilátero de siete cuadras de largo por diez de ancho. Existen numerosas escuelas como el Instituto de la Víbora, hoy politécnico de comercio; el centro de primaria Tomás Alva Edison y la secundaria Enrique José Varona, antaño colegios prestigiosos. Otras escuelas como Pedro María es ahora un sucio almacén. Y el antiguo colegio de los Hermanos Maristas, en reparto Sevillano, es el cuartel de la tenebrosa policía política.

Cuando cae la noche, la Calzada de 10 de Octubre, se convierte en una pasarela. Gays reprimidos a la caza de una pareja. Lesbianas con cortes de cabello a lo militar, que pasadas de tragos se besan con desespero a la puerta del Pain de Paris, una cafetería exclusiva en moneda convertible. El Parque Córdoba es quizás la posada nocturna al aire libre más grande de La Habana. Sexo barato, en divisas o moneda nacional, da igual. Usted escoge su preferencia sexual.

Avanzada la madrugada, ancianos de rostros tristes y ropas gastadas, para cobrar sus exiguas pensiones, forman cola en el Banco Metropolitano, situado frente a la antigua mansión de los Condes de Párraga, hoy casa de la cultura. También al amparo de la oscuridad, ladrones, asaltantes y «jamoneros» o rascabuchadores, hacen sus fechorías.

Cuando el sol calienta, la fauna marginal se va a la cama. Y la Calzada se tiñe de rojo, amarillo y carmelita, colores de los uniformes de  primaria, secundaria y bachillerato. Gente apurada se aglomera en las paradas, para abordar los ómnibus de las líneas P-6, P-8, P-9, y P-10 e intentar llegar a tiempo a sus trabajos.

Los viejitos que hacían cola en el banco por la madrugada, ahora son los primeros en comprar el solitario panecillo de 80 gramos que nos otorga la libreta de racionamiento.

Esas siete cuadras de largo y diez de ancho conforman el barrio de la Víbora. Mi patria chica.

Iván García

Salir de la versión móvil