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La tragedia migratoria cubana

La tragedia migratoria cubana

La familia de la balsera Roxana Arocha llevaba dos semanas sin noticias suyas. Tenía 20 años y residía en el reparto Virginia de Santa Clara, provincia Villa Clara, a poco más de 280 kilómetros al este de La Habana. Lo último que se supo de Arocha fue que intentó escapar del manicomio cubano junto a otras nueve personas partiendo de Caibarién en un rústico bote de caucho y madera.

Aylen Vasconcelos, pidió información en el grupo privado de Facebook “Balseros de Cuba” sobre el paradero de su madre y hermano, ambos desaparecidos después de salir en balsa durante la madrugada del 3 de enero desde Cárdenas, provincia de Matanzas, con un grupo de más de treinta personas.

Yoel Rodríguez, quien vive en una destartalada choza en un barrio pobre al sur de La Habana, cuenta a Diario Las Américas que no sabe nada de su hijo desde el jueves 12 de enero. “Es un buen muchacho. Tiene 28 años y es albañil. El fin de año me dijo que no aguantaba más. Demasiada miseria y muchas necesidades. Que si seguía en Cuba lo más seguro es que iba a ir preso. La noche anterior, cuando se despidió, me dijo: ‘Si llego a la yuma las cosas van a cambiar viejo’. Fue la última vez que lo vi”.

El padre no quiere pensar lo peor. “Un día de estos me llama y me dice que clasificó. Que está en Miami trabajando y hasta me gira un dinerito. Tengo fe que nada malo le va a pasar”.

Diana Meizoso, sobrevivió al hundimiento de una embarcación con veintiocho personas a bordo que a finales de octubre de 2022 fue embestida por una lancha de las tropas guardafronteras de Cuba en Bahía Honda, Artemisa. Su hija de dos años falleció.

En declaraciones posteriores contó detalles de la tragedia. “Nos montaron en la lancha y, cuando salimos, el (conductor) disminuyó la velocidad porque se vio cerrado por todos lados, porque venía otra lancha. Cuando les pasamos por al lado el oficial dijo: ‘Ahora los voy a partir al medio’ y después nos embistió y la partió al medio”, relató Meizoso.

Según Diana, la embarcación que sacaría a los migrantes terminó destruida a causa de los impactos. Y dio más detalles: “La partió, sí, yo vi los pedazos de la lancha y perdí el conocimiento del golpe que me dio en la cabeza, y ahí fue cuando perdí a mi niña en los brazos y la ola me tiraba para encima de un pedazo de lancha. Ahí fue cuando reaccioné y empecé a gritarle a mi hermano, qué mi niña dónde estaba”.

Meizoso también dijo en su testimonio sobre la indiferencia de los guardacostas ante el naufragio de la embarcación. “Tiraron los salvavidas porque se los pedimos. No nos ayudaron prácticamente. Hubo que pedirle a gritos que nos ayudaran”.

En un video compartido por la periodista Maylín Legañoa, de Telemundo 51, otra de las sobrevivientes contó que “lo que hicieron con nosotros fue un asesinato. Nos tiraron a matar, no hubo compasión con nada”. Y añadió que como a 200 metros de la costa, los guardacostas los atacaron y que cuando pedían ayuda les gritaban ‘ahóguense’. Eran muchachitos jovencitos”. De acuerdo a su relato, a dos de las muchachas que fallecieron las cogió la propela del barco. La denunciante asegura que “ninguna de las ochos mujeres sabía nadar”.

No hay estadísticas fiables sobre del número de inmigrantes cubanos muertos en su intento por escapar del supuesto ‘paraíso de obreros y campesinos’ en los últimos diez años. El Proyecto Migrantes Desaparecidos, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) señaló recientemente que al menos 69 migrantes cubanos murieron intentando salir de la Isla en 2022.

Otros cientos de compatriotas han sido asesinados por traficantes de personas o han sufrido accidentes en la Selva de Darién en Panamá, Centroamérica y México. Los futuros inmigrantes saben que los guardacostas estadounidenses los regresarán a Cuba.Conocen que la travesía por el Estrecho de la Florida es una auténtica ruleta rusa.

Están informados que con la aplicación del nuevo parole, si son interceptados en alta mar o atrapados ingresando ilegalmente por la frontera sur los repatrian hacia Cuba y durante cinco años no pueden obtener visados para entrar a Norteamérica. Es el caso de Moisés Izquierdo, 44 años, que logró llegar a Estados Unidos el 21 de enero, pero fue detenido, expulsado a México y deportado en un vuelo a la isla.

Pero la frustración y el desespero pueden más. La Guardia Costera de Estados Unidos señaló que entre el 1 de octubre de 2022 y el 6 de enero de 2023 interceptó a 4,915 cubanos en el mar, un promedio de 50 diariamente. La estampida no se detiene.

El martes 24 de enero una embarcación rudimentaria naufragó al norte de Cayo Cruz del Padre, en Cárdenas, provincia de Matanzas. Se estima que viajaban a bordo 28 personas. Once sobrevivieron. Cinco fallecieron y hay doce desaparecidos.

Reinier, residente en Cárdenas, a unos 145 kilómetros al este de La Habana, explica que los intentos de emigrar, “ya sean por mar o por tierra se cuadran en el parque o la esquina del barrio como si fuese una aventura. Emigrar se ha convertido en el deporte nacional, sobre todo entre los jóvenes que ya estamos cansados de la misma mierda. Todo tiene un límite. Cuando tu vez a la partía de barrigones del gobierno diciendo mentiras lo primero que te pasa por la cabeza es huir de este infierno. Esa gente vive en otro mundo. No le importa ni pinga el pueblo. Prefiero arriesgar mi vida para llegar a otro país que aguantar la muela jorobada de Díaz-Canel y su pandilla. Quedarme a vivir aquí no es una opción para mí”.

Cuba vive la mayor crisis migratoria de su historia. Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, en los últimos quince meses más de 327.000 cubanos han llegado a territorio estadounidense.

La sangría, que afecta a la dinámica demográfica, económica y social de Cuba, parece no importarle demasiado al gobierno. La autocracia militar de la Isla, como Poncio Pilatos, se lava las manos con la estampida migratoria y repite la gastada excusa de culpar a Washington y sus políticas contra el régimen como la causa fundamental del éxodo.

La irresponsabilidad raya con lo criminal. No hay un ápice de autocrática. Para el castrismo los emigrados son vistos como ‘contrarrevolucionarios’. Aunque la emigración cubana tal vez sea la primera industria recaudadora de divisas del país, y que GAESA, un gobierno en la sombra, gana miles de millones anuales con las remesas, renta de hoteles y autos, servicios de telecomunicaciones, venta de alimentos y otros bienes a precios de usura, las autoridades violan olímpicamente los derechos políticos del emigrado cubano.

Nuestros compatriotas en el exilio no pueden ocupar cargos políticos ni votar en el remedo de elecciones que diseñan en La Habana. Para actualizar el pasaporte les cobran tarifas de lujo. La dictadura ve en cada emigrado un billete de dólar para ingresar a sus arcas. La emigración es un suculento negocio para las empresas militares. Con esos miles de millones de dólares construyen hoteles de lujo. Los futuros oligarcas del postcastrismo han ganado dinero a manos llenas gracias a la emigración.

Pregúntenle a Guillermo García Frías, un viejo guerrillero que estuvo en la Sierra Maestra con Fidel Castro, si la diáspora le ha sido lucrativa. Entre otros muchos negocios, medios independientes han desvelado García Fría y familiares suyos, son dueños de Supermarket, una tienda online que vende alimentos a emigrados cubanos a precios de Qatar.

En el otoño de 2015, mientras una serie de reportajes en Costa Rica, donde más de 30 mil compatriotas estaban atrapados porque el dictador nicaragüense Daniel Ortega les había impedido seguir rumbo a Estados Unidos, escuché crudas historias de cubanas violadas o saqueadas por bandas criminales en su trayecto hasta la frontera sur de Estados Unidos.

Algunos compatriotas que se quedaban sin dinero para seguir el periplo y acudían a la embajada cubana en San José. La mayoría ni siquiera eran atendidos. “Primero muerta que regresar a un país que el gobierno te desprecia”, me dijo Elena, una holguinera de 43 años que viajaba con sus dos hijos cuando conversamos en Paso Canoas, en la frontera con Panamá. “Prefiero morir antes que volver a Cuba”, volvió a repetir.

Ocho años después, muchos cubanos piensan igual que ella.

Iván García

Fotomontaje: A la izquierda, Amarilys Malagón Pérez, quien en septiembre de 2022 pereció cuando junto a otros 26 balseros intentaban llegar a la Florida y fueron sorprendidos por los fuertes vientos y marejadas del huracán Ian, provocando el naufragio de la embarcación. A la derecha, momento en que la madre recibió los restos mortales de su hija de 26 años en la funeraria de Calzada y K, Vedado, La Habana. Tomado de Cubanos por el Mundo.

Sobre admin

Periodista oficial primero (1974-94) e independiente a partir de 1995. Desde noviembre de 2003 vive en Lucerna, Suiza. Todos los días, a primera hora, lee la prensa online. No se pierde los telediarios ni las grandes coberturas informativas por TVE, CNN International y BBC World. Se mantiene al tanto de la actualidad suiza a través de Swissinfo, el canal SF-1 y la Radio Svizzera, que trasmite en italiano las 24 horas. Le gusta escuchar música cubana, brasileña y americana. Lo último leído han sido los dos libros de Barack Obama. Email: taniaquintero3@hotmail.com

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